Cuánto es mucho o poco sexo y qué tener en cuenta para valorar la frecuencia sexual
Esta preocupación suele darse en las relaciones de pareja si sienten que hay menos interacciones sexuales de las que podría considerarse como algo normal o normativo. Sin embargo los expertos explican las falsas creencias en torno a esta percepción
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Iniciar sesiónAsociar el verano con el aumento de la frecuencia sexual es algo más propio de películas, series y mitos que de la realidad, sobre todo en un contexto tórrido a nivel climático. Pero lo cierto es que es cierto que durante el estío pueden ... darse algunos factores que propicien un aumento de la libido y de las ganas de practicar sexo. El hecho de que durante el descanso vacacional pueda aparcarse, al menos por unos días ese gran inhibidor de la función sexual llamado estrés, influye en el estado de ánimo y propicia una mayor desinhibición y ganas de disfrute.
A esto hay que sumar que, en líneas generales, suele producirse un cambio de escenario que facilita romper la rutina y disponer de más tiempo para cuidarse, dedicarse atención y arreglarse para aumentar el atractivo y la capacidad de seducción.
Otro factor veraniego que podría contribuir a un mayor deseo sexual es el aumento en las horas de exposición a la luz solar, que hace que nuestro organismo asimile en mayor medida la vitamina D y a su vez eso eleva las hormonas como la testosterona, que está directamente implicada en la respuesta sexual.
Pero además las altas temperaturas, siempre que no sean extremas, pueden contribuir por un lado a estimular la producción de oxitocina, endorfinas y serotonina, que también contribuyen a propiciar ese citado aumento del deseo sexual. Y por otro a provocar una vasodilatación de las fibras musculares que lleva a un mayor aumento del flujo sanguíneo que llega a los genitales, según explica la sexóloga Silvia Sanz.
Lo cierto es que, ya sea verano, otoño, invierno o primavera, la pregunta del millón sigue siendo: ¿Cuánto es mucho o poco sexo? De hecho son muchas las personas que se cuestionan si su frecuencia sexual es normal, según asegura la sexóloga de Diversual, Lucía Jiménez. En algunos casos se lo plantean por pensar que tienen demasiado sexo y que eso, de alguna manera, pueda ser perjudicial. y en otros, porque dudan sobre si deberían tener más, si debería apetecerles más o si lo que sucede es que tienen algún problema con ello. Normalmente, como aclara la experta, esta preocupación se da en el seno de las relaciones de pareja, sobre todo cuando hay menos sexo del que se considera que se debería tener. Y lo más habitual, como revela Jiménez, es que en el caso de las parejas estables la frecuencia cambie y no sea como al principio, lo que en algunos casos les lleva a practicar una especie de «sexo de mantenimiento», es decir, que tienen relaciones sexuales cada cierto tiempo para «tacharlo de la lista» y que no haya quejas por uno o por otro lado. «Y es aquí cuando, en lugar de preguntarse a uno mismo si está conformes con sus relaciones sexuales, priorizando la calidad en lugar de la frecuencia, se tiende a preguntar a alguien externo: »¿Pero, cuántas veces se supone que tengo que hacerlo?«, apunta Jiménez.
Sobre este punto, cabría citar algunos datos. En concreto los que se desprenden del Estudio de Hábitos Sexuales 2025 de Diversual, en el que se preguntó a unas 5000 personas por su frecuencia sexual, en España se practica sexo, de media, unos 6,3 días al mes; lo que sería algo más de una vez por semana. La media más alta de días al mes según este estudio se ha registrdo en 8,1 días, que corresponde a Teruel y la menor, en Girona, con 5,0 días al mes. Pero, ¿Quiere esto decir que, si tienes más relaciones o menos, tienes un problema? «Por supuesto que no. No existe una frecuencia sexual adecuada ni una patológica. Tanto en exceso como en defecto, lo que nos hace saber que existe algún problema es el deterioro de la persona, de sus relaciones y sus demás áreas vitales, como el trabajo o con otras responsabilidades», aclara la sexóloga Lucía Jiménez.
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Muchas parejas acuden a terapia porque sienten que hay poco deseo por una de las partes, pero lo que la sexóloga de Diversual revela en este sentido es que analizando un la situación, se observa que en realidad el sexo se ha ido convirtiendo en una exigencia, un punto más de la 'checklist' que deben tachar, y esa presión les pone hipervigilantes y en tensión, contabilizando frenéticamente cuándo fue la última vez que lo hicieron, y cuando toca hacerlo de nuevo. Por eso la experta explica que aunque a veces no se hace por cansancio o por falta de motivación hay que entender siempre que no es algo que aparezca de la nada ni algo que tiene que fluir simplemente por tener pareja. Como sucede con el resto de las áreas relacionadas con la pareja, hay que cultivar el erotismo. Y en este sentido la sexóloga propone algunas medidas que no suelen tenerse en cuenta y que influyen más de lo que se cree: «A veces ese cuidado pasa por liberar a la otra persona de cargas en el hogar, por sorprenderla con un vibrador para parejas o por dejar de dar por sentado que siempre va a estar ahí«, propone. La experta revela que si no nos sentimos deseados, si no deseamos a la otra persona, no jugamos a seducirnos, o no nos preocupamos por comprender nuestros deseos, entramos en una rutina árida y en piloto automático, que nos lleva a desconectarnos sexual y emocionalmente.
Además, puede ser que en ciertos momentos de la relación sea necesaria la ayuda terapéutica. En este sentido la sexóloga plantea que un buen comienzo para acercar posturas podría ser hacerse estas preguntas: ¿Estás conforme con las relaciones sexuales que tenemos? ¿Qué necesitas para sentirte mejor al respecto? ¿Qué puedo hacer para que te sientas más cómodo? ¿Y más deseado o deseada?
El bienestar íntimo como aliado
A menudo las ideas en torno a la escasez o no en la frecuencia sexual son producto de las comparaciones, las expectativas externas o los supuestos referentes o modelos que dicen cómo, cuándo y cuánto habría que tener relaciones sexuales. Sin embargo, como plantea Adnane Kabaj, experto en salud sexual y cofundador de IntyEssentials; cada persona, cada cuerpo y cada relación tiene sus propios ritmos, que pueden cambiar con el tiempo según el deseo, el momento vital, la salud o el vínculo con la pareja. «Muchas veces esas ideas vienen de estructuras que colocan el placer ajeno por delante del propio, y que hacen que algunas personas sientan que deben responder siempre a un deber, olvidando su propio deseo o confort«, apunta Kabaj. De hecho, el experto alerta de que esas presiones en torno a la frecuencia, la obligatoriedad de la sexualidad basada en la penetración o la imposición de ciertas prácticas pueden tener un impacto directo en el bienestar íntimo, ya que pueden contribuir a la aparición de problemas como las cistitis postcoitales, las dispareunias, la hipertonía del suelo pélvico o los desequilibrios del microbiota. »Estas situaciones, lejos de ser solo biológicas, a menudo son consecuencia de presiones o ideas poco realistas sobre lo que significa vivir una sexualidad supuestamente normal o supuestamente plena, según las referencias que, a menudo, son equivocadas.
El bienestar íntimo, como sugiere el experto de Inty Essentials, también pasa por aprender a escucharse con honestidad, sin culpa ni autoexigencias, y por crear espacios seguros donde se pueda expresar lo que apetece, lo que incomoda y lo que se necesita en cada momento. «Una sexualidad vivida desde el respeto empieza por el respeto hacia uno mismo y se construye día a día con comunicación y cuidado», plantea Kabaj.
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También es importante recordar, como plantea el experto en salud sexual, que en cualquier relación, el deseo puede no coincidir en todo momento, y eso es completamente natural. Si una de las partes no quiere tener relaciones sexuales, la otra debe acoger ese límite con respeto, sin presionar ni hacer sentir culpa. «El consentimiento es un proceso que se renueva en cada encuentro y que debe ser siempre libre, entusiasta y reversible. Construir una vida sexual sana implica escuchar al otro, validar sus tiempos y encontrar juntos formas de conexión que hagan sentir bien a ambas personas, sin imposiciones ni expectativas rígidas«, aclara.
El bienestar sexual, por tanto, no se mide en números, sino en cómo se conecta cada persona con lo que quiere y necesita. Cada experiencia merece ser libre, consentida y placentera, sin presiones ni tabúes. Por eso los expertos aclaran que el hecho de reivindicar el propio deseo, en la forma y frecuencia que tenga, es un derecho y una forma de autocuidado. En este sentido proponen que la próxima vez que alguien se pregunte si tiene «demasiado» o «poco» sexo, cabría recordar que la única medida válida es la que nace de su deseo y de lo que le hace bien pues, según aclaran, la sexualidad no se vive con un cronómetro, sino con placer, libertad y respeto.
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