«El desapego no significa amar menos, sino librarse de las ataduras que nos paralizan»
No debe confundirse con el egoísmo, la frialdad o el desdén, pues significa ser capaz de renunciar a cargas emocionales que son una fuente de insatisfacción y dolor
MADRID
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Iniciar sesiónAntes de hablar del desapego, es imprescindible comprender el significado del apego como la forma de establecer vínculos afectivos. Este tiene una función primordial, que es garantizar la supervivencia durante los primeros años de vida, la cual depende del cuidador principal, habitualmente los progenitores. ... A través de este vínculo se modela la forma de entender el mundo y de relacionarse con las personas que hay en él.
Victoria Orbe, psicóloga en El Prado Psicólogos , indica que el desapego emocional , desde el punto de vista psicológico, hace referencia a la libertad, a no convertir elecciones o deseos en necesidades vitales. «No debe confundirse con el egoísmo, la frialdad o el desdén, ya que significa ser capaz de renunciar a cargas emocionales como relaciones, hábitos o circunstancias que son una fuente de insatisfacción y dolor».
En este sentido, Orbe manifiesta que el «no poder dejar ir» es una dependencia que parte de una desconfianza hacia los propios recursos de afrontamiento . Así, la persona se aferra a una situación (estatus, relaciones...), objetos o personas por no ser capaz de afrontar el presente o temer el futuro. «Ejemplo de ello es un método que se emplea en Indonesia para capturar monos: se mete una naranja en una caja, cuando el mono quiere sacarla no lo consigue y permanece allí por no querer soltar la fruta, lo que le deja en una situación de vulnerabilidad que propicia su captura».
« El desapego no significa amar menos, sino librarse de las ataduras , de los miedos que paralizan el proceso de toma de decisiones y dificultan o incluso impiden salir de la zona de confort», subraya la psicóloga. Se trata, por tanto, de aprender a vincularse de una manera más sana, sin perder de vista que lo que ocasiona sufrimiento, más que el objeto o la circunstancia en sí misma, es el significado que le da uno, es decir, el cómo se apega uno a ello.
Orbe destaca que son muchas las personas que acuden a terapia porque no son capaces de aceptar una situación de carencia, ya sea por no conseguir alcanzar algo deseado o por no poder mantenerlo. «Hay que plantearse si estos apegos realmente despiertan sentimientos positivos (estabilidad emocional, realización, ilusión por mejorar en un ámbito como el laboral o afectivo) o si emanan de un deseo de reconocimiento ajeno (proyectando una imagen falsa de uno mismo)».
¿Qué personas son más propensas a sufrirlo?
Las personas a las que les cuesta desapegarse –explica la psicóloga– son principalmente inseguras, con miedo al rechazo y baja autoestima: «Asocian su valía a la mirada que les devuelve el otro, de forma que depositan toda su felicidad en manos ajenas». Esto hace que pongan las necesidades del otro por encima de su bienestar, mermando su autoestima al no tener en cuenta sus propias necesidades y sentir que su valía depende de la imagen que tengan los demás.
Aunque es bueno tener aspiraciones e ilusiones, Orbe recuerda que no se puede condicionar el bienestar psicológico a poseer cierto estatus, unos bienes determinados, alcanzar metas personales o conseguir o mantener el afecto y reconocimiento de algunas personas.
En este sentido, la psicóloga expone que creer que se es poco merecedor de afecto o no saber gestionar los propios miedos y la incertidumbre son factores que propician problemas en el apego, apareciendo síntomas como la ansiedad o las rumiaciones (darle vueltas a un pensamiento en bucle de manera casi obsesiva) ante la mera idea de una posible pérdida.
«Esta baja autoestima activa una especie de alerta interior que hace que, en pos de evitar dicho sufrimiento, dejen de ponerse límites y de priorizarse, pues la necesidad de encontrar seguridad y de controlar el malestar hace que se termine cayendo en la necesidad de aprobación de los demás», expresa.
Practicar el desapego supone implicarse en las cosas de una forma libre, equilibrada y sana, tanto para uno mismo como para los demás. «De esta manera, se aprende a soltar los apegos ligados al miedo a la pérdida, a la incertidumbre o a no cumplir las expectativas o metas (propias o ajenas), así como a dejar ir aquellos apegos que pertenecen a un pasado doloroso y que influyen en el presente», explica Orbe.
El desapego es, por tanto, no preocuparse obsesivamente por el resultado , es hacer las cosas por el hecho de buscar cumplir un anhelo o cubrir unas necesidades. En este sentido, el desapego supone hacerse responsable de uno mismo, siendo consciente y de sus propias necesidades y miedos.
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