Los beneficios del baile para tu cerebro

«Al bailar desarrollamos habilidades de equilibrio , flexibilidad , fuerza física, comprensión del espacio, escucha a los demás, autoconocimiento y autoconfianza », dice la autora de «¡Haz bailar a tu cerebro!».

Los beneficios del baile en nuestra salud son socialmente reconocidos: sabemos que bailando hacemos ejercicio y nos hace sentir bien. No es casualidad que la oferta de actividades relacionadas con el baile y la danza se haya disparado: esas ubicuas clases de swing , cursos de zumba o, desde el ámbito terapéutico, la psicodanza… Años atrás, eran clases de salsa, bailes de salón o country… Y antes que eso, la revolución del twist o el rock and roll, todo un fenómeno de la época.

Lucy Vincent nos confiesa que ella misma empezó a bailar pensando que sería «fácil», pero lo que no se esperaba era que el baile le hiciera cuestionar la visión que tenía como neurobióloga sobre la relación entre cuerpo y cerebro. Sus hallazgos, basados en investigaciones sobre movimiento y neurociencia, desmienten ciertas creencias sobre el ejercicio físico y abren nuevos campos en las llamadas terapias del movimiento , prediciendo que en el futuro llegarán a estar tipificados ciertos ejercicios para estimular los diferentes órganos y sistemas del cuerpo.

Con la danza no solo se consigue estar más feliz e incluso perder peso, también ralentiza el envejecimiento del cerebro y hace que el estrés se disipe. Para Lucy Vincent, el baile proporciona tres tipos de beneficios para el cerebro:

1. Como cualquier tipo de ejercicio, mantiene la red vascular para que las neuronas y las células gliales reciban los nutrientes y el oxígeno que necesitan para sobrevivir y funcionar.

2. Debido a que el aprendizaje de nuevas coordinaciones requiere la creación de nuevas redes en el cerebelo, hay un aumento en los factores de crecimiento neuronal, especialmente el BDNF (factor de crecimiento nervioso derivado del hueso), que es favorable para el crecimiento y mantenimiento de todas las neuronas .

3. Moverse al ritmo de la música , coordinar diferentes partes del cuerpo, hacer movimientos en sincronía con otras personas... todos tienen efectos sobre la liberación de oxitocina y endorfinas, que promueven la sensación de bienestar y desvanece el estrés , que es perjudicial para la salud de todos los órganos.

Pero también cabe destacar que se realizaron experimentos para comparar la degradación del cerebro en personas mayores de 65 años que practicaban danza en comparación con otro grupo que practicaba ejercicios de la misma intensidad y frecuencia pero compuestos por movimientos repetitivos y se encontró que el tamaño del hipocampo y las funciones de memoria estaban mejor conservados en los que practicaban la danza. «Estos efectos probablemente se deban al desarrollo de redes neuronales como resultado del aprendizaje constante de nuevas coordinaciones y la liberación de hormonas de crecimiento como el BDNF », cuenta la experta.

Ante esa famosa frase atribuida a Robert Frost que anuncia que «El baile es la expresión vertical de un deseo horizontal», Lucy Vincent afirma que, si bien es cierto que bailar puede llegar a ser una especie de sucedáneo del sexo, la analogía se extiende a relaciones amorosas, de amistad, de empatía y de cohesión social en general. Todo ello, a su vez, tiene influencia en nuestras actitudes, nos ayuda a desarrollar ciertas aptitudes y sin duda afecta a nuestra creatividad. Las relaciones de pareja, así como las dinámicas laborales o el rendimiento escolar, se pueden ver altamente beneficiadas por esta actividad.

«Cuando bailamos con otra persona en posición de contacto, iniciamos un nuevo tipo de conversación con ella basada en escuchar el cuerpo para que cada uno se exprese de manera diferente y podamos descubrir al otro bajo una nueva luz», cuenta.

Además, la danza es excelente para la creatividad: al promover la creación y el uso de nuevas redes, se crean nuevos vínculos entre zonas sensoriomotoras , lo que favorece los momentos de inspiración. «Einstein habló mucho sobre el uso de la música para forzar nuevas formas de pensar, y el baile hace lo mismo», concluye Lucy Vincent.