Tierra de vino y de las letras, la cultura corre por sus venas y la historia se escalona sobre sus tierras, cunas de monarcas y germen de la democracia. Por ella, transcurre la calle más larga del mundo -el Camino de Santiago- y en sus tradicionales villas y bellos paisajes se distribuyen miles de alojamientos de turismo rural, sector en el que es líder indiscutible. Nueve propuestas abren en Castilla y León una variado abanico de escapadas para todos los gustos.

Ciudad Patrimonio de la Humanidad, la muralla abraza en Ávila el centro conformado por plazas recoletas y calles angostas. En un paseo por la capital abulense se puede, además, conectar con su mística más popular: Santa Teresa, cuyo quinto centenario se celebrará en 2015, si bien este año ya se han programado varios actos como antesala a esta conmemoración. Asimismo, el turismo religioso se extiende a otros lugares como Fontiveros y el Valle del Tiétar, hasta donde llevan las huellas de San Juan de la Cruz y Pedro de Alcántara, respectivamente.

Aranda de Duero será este año la anfitriona de la exposición Las Edades del Hombre, que llegará al municipio burgalés de la mano de «Eucharistia». La reconocida muestra llevará a partir de mayo más de un centenar de piezas de arte sacro a este enclave ubicado en plena ribera del Duero, donde el viaje se puede combinar con enoturismo de calidad.

En la provincia que acogió el origen del parlamentarismo y que atesora grandes exponentes de la arquitectura, incluidas varias perlas de Gaudí, el deporte es el protagonista del invierno. Dos estaciones de esquí, San Isidro y Leitariegos, ponen a disposición del turista decenas de pistas de distinta dificultad, así como snowparks.

El Canal de Castilla es el único navegable de cuantas estructuras de estas características se soñaron en la Ilustración para conectar comercialmente a la meseta. Sus aguas fluyen por Burgos, Valladolid y Palencia, en cuya capital descansa «la bella desconocida», su catedral eminentemente gótica pero con vestigios románicos e incluso visigodos.

El ambiente universitario es una de las principales señas de identidad de la bella Salamanca. Ciudad Patrimonio de la Humanidad, en ella se escalonan un sinfín de tesoros patrimoniales, que gracias a interesantes proyectos se pueden disfrutar en primer plano con visitas a las torres de la Catedral y la Clerecía, que posibilitan adentrarse en las entrañas de estas construcciones y contemplar desde lo alto una vista única de la capital del Tormes.

En 1474, Segovia fue testigo de un acontecimiento que cambiaría el devenir de la historia de la Península. A la muerte de su hermano, Isabel se coronó como Reina de Castilla en la ciudad del Acueducto -Patrimonio de la Humanidad-. Desde el Alcázar en el que residió se traza una ruta por la provincia con la que seguir los pasos de la monarca, que se pueden ampliar también a Valladolid y a su Ávila natal.

En la comarca de pinares soriana, la naturaleza abre a los sentidos un paisaje glaciar que fue modelado hace dos millones de años en el Parque Natural Laguna Negra y Circos Glaciares de Urbión. En él conviven ecosistemas acuáticos ligados a los orígenes del enclave de notable singularidad. Destacan los contrastes entre los terrenos forestales, las lagunas, los arroyos y los pastizales de alta montaña, que dan lugar a exuberantes vistas.

El río Duero disecciona en Castilla y León una de las principales rutas del vino del mundo. En Valladolid, los vinos cuentan con cinco de los apellidos más famosos: Ribera del Duero, Rueda, Cigales, Toro y Tierras de León, que alzan a esta provincia como una de las tierras vinícolas más ricas del planeta. Sus bodegas, permiten al turista acercarse al apasionante mundo de las viñas.

El románico impregna la capital, pero fuera de ella es la madre naturaleza la que tiñe de verde los rincones de Zamora. Entre sus bellos paisajes, destaca el Lago de Sanabria y Las Arribes del Duero, cuyo profundo cañón abierto por el cauce del río se extiende hasta Salamanca en la frontera con Portugal.