La cerrada del río Castril, un paraíso fluvial escondido en la sierra granadina

Este impresionante desfiladero escondido en Castril de la Peña es una de las joyas fluviales imprescindibles de la provincia de Granada

Salobreña, un clásico de la costa de Granada que une mar, montaña y playas de arena dorada

Ruta por la espectacular cerrada del río Borosa en el corazón de la Sierra de Cazorla

El río Castril, que atraviesa caudaloso la localidad a través de una estrecha garganta, ha sido importante fuente de recursos para los lugareños B. M.

J. M. Brazo Mena

Al sureste del parque natural de Cazorla, en plena sierra granadina, se encuentra Castril de la Peña, una bella localidad de montaña todavía fuera de las grandes rutas del turismo rural, donde la empinada arquitectura de su caserío, de fuertes reminiscencias árabes, y presidido ... por una enorme peña, se conjuga con el preciado valor de su paisaje, en el que el río ha tenido un papel preponderante a lo largo de la historia.

La seña de identidad de Castril es el agua. El geógrafo andalusí Al- Zuhri (siglo XII) describe que «en el lugar brotaba tal cantidad de agua que podría mover ocho piedras de molino». El río que atraviesa caudaloso la localidad a través de una estrecha garganta, ha sido, desde tiempos inmemoriales importante fuente de recursos para los lugareños, quedando como reliquias de su aprovechamiento una serie de molinos harineros, y una «fábrica de la luz», ya en desuso.

No obstante, el recorrido por el curso del Castril, después de cruzar el parque municipal, constituye uno de los momentos más espectaculares de la visita. El viajero, una vez que abandona el casco urbano, al adentrarse en la cerrada, camina sorprendido envuelto por el sonido del río, a través de unas pasarelas que se encuentran empotradas sobre la pared rocosa y que cuelgan sobre las aguas, en una travesía que resulta muy estimulante.

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Después de recorrer un tramo sobre terreno natural, el itinerario cruza el río por un puente metálico atirantado y colgante para continuar por una galería horadada en la roca, de casi setenta metros de longitud, que también presenta un mirador donde contemplar el último trayecto de la estrecha garganta y un salto de agua. El recorrido finaliza en un pequeño lago donde está permitido tanto el baño como la pesca de truchas.

A partir de este punto, el itinerario abandona el río, donde un antiguo molino que todavía conserva la maquinaria es hoy un restaurante que vigila la unión entre la senda del río y el camino de la villa que asciende hasta llegar a la Peña de Castril. El último tramo de la ruta es el único que entraña alguna dificultad por tratarse de un suave ascenso que el caminante podrá superar en unos veinte minutos.

Mirador del nacimiento del río

Uno de los puntos estrella del camino es alcanzar el punto de inicio del nacimiento del Castril. La senda de baja dificultad, lleva a un entorno de canchales, tajos y grandes paredones rocosos, con abundantes surgencias que garantizan el abundante caudal del río. Entre las grandes piedras que rodean el paisaje se esconde uno de los escasos hábitats de la lagartija de Valverde. En el mirador del Nacimiento del río Castril finaliza el sendero marcado.

Durante todo el recorrido, el río acompaña a los visitantes, por lo que en su cauce se puede contemplar una fauna variada, en concreto, truchas; a sus depredadores, las nutrias y el martín pescador. Además, en el camino destaca el avistamiento de garzas reales, sin olvidar que también es habitual escuchar durante el sendero a una gran cantidad de aves como petirrojos, lavanderas, currucas, verderones y otros como el mirlo acuático.

Aunque este paseo es el más popular entre los visitantes de Castril, hay otras sendas que merecen mucho la pena, como la de la Cerrada de la Magdalena – que se interna en un barranco con paredes de unos 150 metros de altura –, y el camino que recorre el contorno del Embalse del Portillo, un pantano de aguas turquesas que contrastan con el verde de la vegetación y los tonos ocres y rojizos de las paredes de las montañas, conformando un hermoso paisaje.

Un conjunto urbano, testigo de la historia

Vista panorámica de Castril de la Peña B. M.

Además del protagonismo que tiene la naturaleza en este enclave, el visitante podrá disfrutar en Castril de la Peña de otros atractivos como la intrincada disposición de sus calles y casas que se muestran arracimadas al abrigo de una enorme roca, así como la variedad paisajística del entorno, que se puede contemplar desde diversos miradores de la localidad.

Uno de estos balcones se encuentra en la Peña, donde se alza el monumento al Sagrado Corazón, y en la que permanecen restos del antiguo castillo almohade del siglo XIII. Estas piedras aguantaron los asaltos cristianos durante más de un siglo, para caer definitivamente en manos de las tropas de los Reyes Católicos en 1489.La enorme roca que preside la vida del pueblo, goza de la denominación de «Monumento Natural» desde el año 2002.

Otro de los miradores, se encuentra junto a la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles (siglo XVI), en la que lo más significativo son las dos portadas laterales y el retablo mayor. La Puerta del Sol, de estilo plateresco, y la de la Lonja, responde más bien a un renacimiento tardío. Desde allí no sólo se divisa la bella arquitectura del caserío castrileño sino también una amplia panorámica de las sierras que marcan los confines entre Granada y Jaén.

Además del recorrido monumental, el visitante puede adentrarse en el barrio antiguo, y encontrarse, con rincones insospechados, generosas fuentes, estrechas y pinas calles, que parecen desafiar la gravedad, además de amplias plazas como la de Hernando de Zafra, que a mediados de octubre, durante las fiestas patronales, cobra especial relevancia con la fiesta de los toros, al celebrarse durante tres días seguidos los tradicionales encierros de vaquillas.

El sabor de Castril

Para completar la visita, no se puede dejar de conocer la gastronomía castrileña, en la que tienen fama los embutidos conservados en aceite de oliva, además de los platos de tallarines con perdiz o liebre, los bollos con conejo o varios guisos elaborados con las sabrosas truchas del río Castril, sin olvidar el exquisito cordero segureño, las migas con remojón y los maimones, que se pueden degustar en los bares y restaurantes de la zona.

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