Siete de los pueblos más bonitos de Cantabria para una escapada de éxito

Comillas

Situada sobre suaves colinas, a unos 50 kilómetros de Santander, está la villa de Comillas , declarada conjunto histórico-artístico en 1985 . La plaza vieja, la iglesia parroquial y algunas casas del centro del pueblo son una excelente muestra de arquitectura popular del siglo XVIII, por lo que nada mejor que pasear por sus calles para admirar su riqueza. Así, el visitante se puede topar con la fuente de los Tres Caños , un homenaje a Joaquín Piélago (hijo político del primer marqués de Comillas) y la Puerta de los Pájaros , diseñada por Gaudí. Pero, sin duda, una de las grandes joyas que se puede encontrar aquí es El capricho de Gaudí , un palacete construido entre los años 1883 y 1885 como residencia de verano de Máximo Díaz de Quijano. Esta es una de las pocas obras que el artista diseñó fuera de Cataluña, lo que le confiere mayor valor.

El Palacio de Sobrellano , construido en 1888 en estilo neogótico bajo la orden de Antonio López y López -primer marqués de Comillas-, la capilla panteón del mismo nombre levantada justo al lado y concebida como una catedral a pequeña escala, y la universidad Pontificia , diseñada por el arquitecto Lluis Domènech i Montaner en 1890 en estilo neogótico-mudéjar con elementos modernistas, son otros de sus puntos de interés.

Potes

La población de Potes está en el centro de la comarca de Liébana, donde se unen los ríos Deva y Quiviesa. Rodeado de un espectacular paisaje y situado en la confluencia de los cuatro valles de la comarca, este pueblo es perfecto para establecer base y descubrir todos los tesoros naturales de la zona, como el desfiladero de la Hermida . Potes es conocida como la villa de los puentes, entre los que destacan el puente medieval de San Cayetano , construido en piedra entre los siglos XIII y XV, o el de la Cárcel , y de las torres, siendo la del Infantado , hoy sede de exposiciones, la más importante. La iglesia de San Vicente , formada por dos templos –el primero del siglo XIV y el nuevo de finales del XIX– es otro de sus puntos fuertes. Pasear por el conjunto de barrios de la parte antigua con sus callejuelas y caserones permite al visitante viajar a tiempos pasados repletos de historia.

Liérganes

Situada en la comarca de Trasmiera, a escasos 30 minutos de Santander, está esta mágica villa cuya historia está ligada a una leyenda, la del Hombre-Pez . Cuenta la historia que Francisco de la Vega nació en la localidad en 1660 y tras arrojarse al río Miera desapareció en el Cantábrico. Fue localizado años después en la bahía de Cádiz siendo el nombre de su pueblo la única palabra que podía pronunciar. Tras ser devuelto a su lugar de origen y vivir unos nueve años allí volvió a desaparecer en el mar sin que se supiera más de él. Así, se puede encontrar una estatua de bronce del mismo bajo el puente Mayor , uno de los monumentos destacados de este destino que fue construido entre 1587 y 1606 en piedra y que destaca por sus dos arcos de medio punto de diferentes tamaños.

Explorar este pueblo permite disfrutar de un conjunto de edificios barrocos y neoclásicos, casonas montañesas y palacios indianos. La parte vieja de Liérganes es conjunto histórico-artístico e incluye, además de las casonas populares, el Palacio de Cuesta Mercadillo , la iglesia de San Sebastián, la parroquial de San Pedro Ad Víncula, las casas de los Setién y los Cañones y las capillas del Humilladero y el Carmen.

San Vicente de la Barquera

En pleno Parque Natural de Oyambre , en la desembocadura de la ría de San Vicente de la Barquera, está esta villa marinera, una de las estampas más conocidas y bellas de la cornisa cantábrica.

El más destacado de sus monumentos es la iglesia de Santa María de los Ángeles , construida entre los siglos XIII y XVI. En su interior destaca la estatua del Inquisidor Antonio del Corro, considerada una de las más bellas esculturas funerarias de la región. Esta junto con el castillo del Rey , que alberga una interesante exposición sobre la historia y naturaleza de la villa, y los restos de la muralla constituyen la puebla vieja, declarada Bien de Interés Cultural de Cantabria en 1987 . Su rico patrimonio arquitectónico se completa con el santuario de la Barquera , construido en la Edad Media en un bucólico lugar junto a la entrada del puerto, el palacio renacentista de la familia Corro, que actualmente acoge la sede del Ayuntamiento, el convento de San Luis, el puente de la Maza , con 28 ojos que fue construido por mandato de los Reyes Católicos en el siglo XVI, el puente del Parral, que data del siglo XVIII y la torre del Preboste.

Desde el punto de vista natural posee un magnífico elenco de privilegiadas playas, como son Fuentes, El Rosal, El Tostadero, Merón y Gerra , entre otras, y una ría en la que innumerables botes y barcas ponen el toque de color. La vocación marinera de este pueblo se aprecia, también, en su gastronomía que tiene su máxima expresión en el sorropotún o marmita barquereña, un guiso preparado a base de bonito y patatas.

Bárcena Mayor

Situada en una pequeña vega del río Argoza, al pie de las montañas de la divisoria cantábrica, Bárcena Mayor es el único núcleo de población incluido en el Parque Natural Saja Besaya , lo que le confiere un marco natural de excepción. Esta villa, que apenas cuenta con un centenar de habitantes, destaca por mantener la arquitectura típica montañesa de la Cantabria rural, lo que le ha valido el título de conjunto histórico-artístico. Sus casas, la mayor parte construidas en época fernandina, son de mampostería, sillería y madera. El pueblo se organiza en un único barrio formado por dos calles, por lo que la mejor forma de descubrirlo es a pie. Su puente de piedra del siglo XVI es una de las postales más retratadas del lugar y la iglesia parroquial de Santa María del siglo XVII, que guarda un interesante retablo barroco del siglo XVIII, su monumento más importante.

Santillana del Mar

Conocida como la 'villa de las tres mentiras' , pues mi es santa, ni llana, ni tiene mar (aunque el municipio sí lo tiene), Santillana del mar es una de las localidades de mayor valor histórico-artístico de España. Hablar de este destino es hacerlo, también, de la Cueva de Altamira, calificada como la capilla Sixtina del arte rupestre y declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Actualmente la cueva está cerrada a las visitas públicas, por lo que la mejor forma de conocerla es visitar su museo y la Neocueva , reproducción tridimensional de la cueva realizada con absoluto rigor científico y la aplicación innovadora de tecnologías de la máxima precisión.

Su patrimonio está presidido por la joya del románico de Cantabria, la colegiata de Santa Juliana , de la que cabe destacar su retablo mayor, que mezcla elementos del gótico flamígero y del plateresco. Las torres de Merino y Don Borja , que figuran entre las construcciones civiles más antiguas de la localidad, son otros de sus imprescindibles. En un paseo por sus empedradas calles medievales no hay que perderse tampoco las casas del Águila y la Parra, el palacio y la torre de Velarde y los palacios de Barreda, Tagle y Villa. Aquellos que vayan buscando playa pueden acudir a Santa Justa , situada a 6 kilómetros al norte de la villa, desde la que se puede visitar la antigua ermita que le da nombre.

Castro Urdiales

Conocido también como Flavióbriga por localizarse aquí un asentamiento romano, Castro Urdiales posee el encanto de un pueblo pesquero de tradición ilustre. Es en esta villa donde se encuentra la iglesia gótica más importante de la región, la iglesia de Santa María , que data del siglo XIII y que en su interior guarda magníficas tallas del siglo XIII al XVII. Además de esto no hay que perderse su castillo faro, que se ubica junto a ella, el puente medieval y la ermita de Santa Ana. Este conjunto forma la imagen más representativa de la localidad.

La ruta se completa con su paseo marítimo, que brinda increíbles vistas al litoral cántabro desde diferentes puntos, como el muelle de San Luis , la playa de Brazomar, el palacio de Ocharan , una construcción de estilo modernista clasicista inspirada en las villas italianas levantada en 1901 por encargo de Luis de Ocharán al que posteriormente se le añadió un castillo-observatorio y el parque Amestoy. La villa cuenta también con testimonios de arte rupestre, como la cueva de la Peña del Cuco , un espacio que presenta grabados muy finos del Paleolítico superior que reproducen ciervos, caballos y cabras.

La gastronomía es otro de los puntos fuertes de este pueblo, por lo que después de visitar su puerto, que todavía mantiene la esencia pesquera de antaño, hay que saborear en uno de sus restaurantes sus pescados y mariscos frescos.