El maltrato de los mayores y la violencia de género en la tercera edad, dos problemas silenciados en España
Es un tema cronificado por un edadismo continuo en nuestra sociedad que hace que permanezca invisibilizado
La tecnología despliega todas sus armas frente a la epidemia silenciosa de la soledad
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Iniciar sesiónLo que pasa de puertas adentro en cada casa es un verdadero enigma, y a veces entraña una realidad preocupante, como que 1 de cada 6 personas mayores es víctima de maltrato; una cifra que da cuenta de la magnitud del problema, ... pero igualmente clara es que solo el 4% lo denuncia. Y en realidad el 90% de esta violencia ocurre en el ámbito familiar, y el 10% en residencias, tal como destaca la OMS. Pese a ello, tal como nos indica Isabel Martínez, presidenta de HelpAge, el maltrato de los mayores es un problema silenciado.
«En realidad es una de las discriminaciones y de las situaciones de maltrato más desconocidas, porque la vejez es una etapa de la vida en la que a las personas se las trata de invisibilizar como ciudadanos activos. Y luego, pasa otra cosa, difícilmente los padres están moralmente preparados para denunciar a su hijo, a su sobrina o a la persona a la que quieren, y no siempre ese maltrato es intencionado», afirma Martínez.
Qué es el maltrato en mayores
A la pregunta de cómo puede ser posible que uno no se percate de que le están maltratando, Paula Del Río Arronis, trabajadora Social de Confederación Estatal De Mayores Activos (Confemac) y coordinadora del teléfono contra el maltrato a las personas mayores, nos traslada un escenario: «Imagínate una situación en la que me llevo a vivir conmigo a mi madre porque se ha separado o ha enviudado. Tengo una casa espaciosa y le habilito una habitación con baño propio. Y le comento que para que no la molesten los niños y para que esté bien, le voy a llevar la comida por lo que no hace falta que vaya a ningún sitio o que salga de su cuarto, ya que todo lo que necesita lo va a tener en la habitación. Visto desde fuera, sería una hija modélica, porque sus necesidades básicas están cubiertas. Pero lo que estoy haciendo- con la mejor de mis intenciones- es aislarla por completo. Probablemente mi madre nunca me va a decir: «no quiero estar así», porque los padres no solemos llevar la contraria a los hijos para no darle problemas. Pero esa necesidad de sentirse persona, de hacer lo que ella quiera, se la estoy quitando».
Y añade que es paradójico que las personas con las que más confianza tenemos sean a la vez aquéllas a las que más trabajo nos cuesta decirle lo que queremos y lo que necesitamos.
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Alexia Columba JerezDatos de maltrato en España
La radiografía que nos traslada a nivel nacional no es más halagüeña que los datos iniciales, en cuanto a comunidades autónomas, aunque esto va en relación con los índices de población, en las tres primeras posiciones tenemos a Madrid, Andalucía y Cataluña. Y cuando hablamos de maltrato, la primera imagen que se nos viene a la cabeza es el maltrato físico, «pero lo cierto es que recibimos muchísimos casos de maltrato psicológico y económico, de vejaciones, insultos, control del patrimonio o de las cuentas de esa persona mayor». En general, las víctimas perpetúan esta situación porque no quieren ser una carga, ni quedarse solas.
Del Río establece que en esta dinámica cuando hay un maltrato las víctimas tienden a ocultarlo porque no es plato de buen gusto hablar de que no nos están tratando bien, de que hay alguien que nos pega o nos humilla. Y cuando salen casos en televisión o en la prensa, suelen ser situaciones de residencia, personas que no comen adecuadamente, que las tienen atadas. «Sin embargo, el grueso de las llamadas que recibimos son de maltrato en el domicilio por el entorno familiar. Parece que somos más conscientes cuando pasa en una institución, porque a un extraño le permitimos menos de lo que le permitimos a la gente de nuestro entorno más cercano», comenta.
Un aspecto que destacan los expertos es que incluso cuando estos casos se denuncian a quienes vemos ante las cámaras es al hijo o a la nieta de la víctima, pero casi nunca al afectado, el protagonismo lo toman otros, y al final no conocemos de primera mano lo que las víctimas tienen que decir.
El edadismo como principal motivo
Las características de este tipo de maltrato son muy variadas, tenemos el psicológico, el físico, el sexual, económico, la negligencia y el abandono. Tenemos el maltrato institucional y el social. Pero en general, tiene que ver con el edadismo, con esos prejuicios asociados a la edad y que hacen que discriminemos y que tratemos mal a las personas mayores porque tenemos interiorizados unas pautas de comportamiento y una actitud hacia ellas que normalizamos.
Martínez de HelpAge apunta que parece que cuando una persona se va haciendo mayor es más torpe, ya no sabe lo que quiere, lo que dice, tiene problemas degenerativos, «asociamos a la vejez una serie de estereotipos que están ligados con pérdidas de autonomía. Y eso hace que las personas presupongan que no tienen capacidad para tomar sus propias decisiones, o para valerse por sí mismos. Infantilizando y practicando un proteccionismo del que a veces se abusa».
Del Río ejemplifica esto con un caso: «Todos conocemos al 'abuelo o a la abuela maleta', por así decirlo. Esa persona que se queda viuda y que prepara su maletita y está 15 días en casa de cada hijo. A lo mejor,el deseo de esa persona no es estar de un lado para otro, pero como para ellos es más cómodo, así se hace».
El problema surge cuando, por no dar guerra, por no tener problemas o por miedo a represalias, la persona mayor pase por el aro haciendo algo que realmente no quiere. Socialmente está muy bien visto, porque estos hijos se hacen cargo de sus padres. Pero esto favorece que las propias personas mayores cuando pasan por una situación de este tipo duden realmente de si lo que están padeciendo es maltrato o no.
La trabajadora social de Confemac relata una situación en el que un vecino al cabo de un año escuchando amenazas a una persona mayor los llama y les dice que la situación es insostenible. Cada vez que llega la hora de las comidas se producen gritos e insultos. La persona mayor tiene un deterioro cognitivo y ese vecino ha considerado que cuidar de una persona con alzhéimer es muy duro, y por eso no ha alertado antes.
«Sin embargo, desde nuestro teléfono podemos ayudar a ambos, al cuidador y al mayor. Pero tendemos a justificar ese maltrato antes que pensar en la persona agredida. Todo esto crea un caldo de cultivo perfecto para que las propias víctimas no den la voz de alarma», afirma Del Río.
Cómo detectar el maltrato a los mayores
A la hora detectar que está sucediendo un caso de maltrato, Martínez de HelpAge hace hincapié que en una situación de abuso, se nota en la manera de actuar. Una persona que está triste, deprimida, que tiene una actitud apagada, que reacciona con temor, o inseguridad, que baja la mirada cuando le hablas o si le haces una pregunta antes de contestar mira de reojo a su acompañante.
«Todo ello son indicios de que puede estar ocurriendo algo. Y hay una fiscalía especializada para estos casos. Todos somos susceptibles de provocar un maltrato a las personas mayores de nuestro entorno, la cuestión es reflexionar sobre ello. Tenemos un servicio de HelpAge, que es el Servicio Estatal de Atención a Personas Mayores (SEAM), el 900 222222. Es un teléfono para informar a las personas mayores sobre sus derechos, principalmente y para que las personas tengan conciencia de lo que tienen que reivindicar», explica Martínez.
Pero Del Río matiza que tienen casos en los que incluso habiendo hecho una denuncia la persona mayor vuelve con el agresor. E indica que cada vez más llaman al teléfono 900 656566 por casos de conflictos familiares. En el que uno de los hijos se ha hecho con el control de las propiedades de los padres y no deja al resto de hermanos acercarse a ellos. Usando a los padres como moneda de cambio.
Aislamiento
El problema que se encuentran los profesionales es con un gran desconocimiento, «no sabemos que desde los servicios sociales se puede prestar apoyo para este tipo de situaciones, no sabemos que tenemos que ir a la policía, o que desde la fiscalía también nos pueden ayudar. Y la primera pregunta que nos hacen es ¿dónde tengo que ir?», afirma Del Río.
No obstante, ayudaría agilizar los procesos burocráticos dado que alargarlos en personas que ya tienen 70 u 80 años es contraproducente. Y es recomendable que sea la propia víctima la que denuncie, porque si se comienzan diligencias, pero la víctima dice que no ha pasado nada, aunque no sea verdad, todo se detiene.
Y añade que acceder a las víctimas no es fácil porque los agresores intentan aislar a la víctima, igual que ocurre con la violencia de género, para hacerle ver que lo único que tienen son ellos. Al final el patrón de la violencia es siempre el mismo. Nosotros decimos que el maltrato a las personas mayores, es un problema social cuya percepción está ahora mismo como estaba visto hace 25 años la violencia de género» afirma Del Río.
La cara de la violencia de género en mayores
De ahí, que sea otra vertiente a destacar. La violencia de género especialmente en este rango de edad se vive en silencio y es mayor de lo que creemos. El Ministerio refleja que el 42,1% de las mujeres de 65 o más años han sufrido violencia física, sexual o emocional a lo largo de sus vidas y que puede llegar en el peor de los casos a un feminicidio. Y señalan que «las mujeres mayores ocultan la violencia vivida en bastante mayor medida que el resto de mujeres». Y por tanto, se divorcian menos.
Es el caso de María Antonia, una mujer con alto poder adquisitivo, dos hijas independizadas, y desde hace 49 años sufre violencia de género cuyo testimonio recoge el Instituto Asturiano de la Mujer.
La presidenta de HelpAge, así como María José Sánchez Morilla de Confemac, nos explican que la violencia de género se manifiesta con la misma crudeza que la violencia de género en cualquier otra edad. Simplemente la diferencia es que cuando hablamos de personas mayores, hablamos de una violencia prolongada en el tiempo.
A lo que también se añade una actitud degradante relacionada con la edad, del tipo «ya no vales para nada porque eres vieja». Hablamos de una generación de mujeres que ahora tienen 70 u 80 años y que crecieron en una época en la que no había conciencia de género. Son más dependientes económicamente de sus maridos, y les da miedo ser juzgadas por su entorno si denuncian o perder el apoyo de sus hijos. Por eso, las expertas consideran que falta sensibilización sobre este tema. Y la situación es más crítica en el caso de mujeres viudas o solteras, mayores en situación de discapacidad, campesinas y migrantes.
Ambigüedad
A ello se suma que es difícil detectar esta situación porque síntomas que podrían relacionarse con violencia de género como los moratones o los dolores crónicos, en mujeres mayores se achacan al proceso de envejecimiento y a que los capilares de la piel son más sensibles y se hacen cardenales más fácilmente. Y los hijos o bien no son conscientes de lo que ocurre o han normalizado esa relación desigual y prefieren mirar para otro lado.
Morilla matiza que debería existir un eje específico que trate la violencia de género en mujeres mayores, promover su investigación, realizar cursos y difundir campañas. Además de que muchas mujeres mayores víctimas de violencia de género no cuentan con recursos económicos suficientes que cubran sus necesidades.
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Esto es importante porque como nos recuerdan las cifras la longevidad es una realidad. Y especialmente relevante si tenemos en cuenta que según datos de la ONU, entre 2019 y 2030, se prevé que el número de personas mayores de 60 años aumentará en un 38%, superando a nivel mundial en número a la juventud. De ahí, que nos interese a todos que esta realidad no sea ignorada.
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