Arte
Un libro analiza la trascendencia del bodegón en la escuela sevillana de pintura
Enrique Valdivieso publicará en breve 'Bodegones, floreros y trampantojos en la pintura barroca sevillana' (Renacimiento)
'Taza sobre bandeja de plata', de Francisco de Zurbarán
La escuela sevillana de pintura ha sido estudiada a lo largo de los años desde múltiples puntos de vista. Sin embargo, no había un estudio exhaustivo en el que se analizara más detenidamente la importancia que tuvo para la ciudad el bodegón desde ... principios del siglo XVII hasta mediados del XVIII. Esa laguna la ha solventado el catedrático emérito de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla Enrique Valdivieso , que publicará próximamente el libro 'Bodegones, floreros y trampantojos en la pintura barroca sevillana' (Renacimiento).
Este profesor subraya el hecho de que el editor Abelardo Linares haya apostado por una obra como esta. «Era importante encontrar una editorial que tuviese una buena distribución y Renacimiento tiene mucho prestigio».
Asegura este experto en arte que el germen del estudio que verá pronto la luz comenzó a fraguarse, fundamentalmente, durante los meses de la pandemia. «Desde hacía años tenía una caja grande con fichas de bodegones y pensé que tenía que hacer un libro, porque la sevillana es una de las escasas escuelas de España donde se pintó el bodegón, junto a la de Madrid ».
Detalle de 'El almuerzo', de Velázquez
El que se pintaran tantos bodegones en la capital hispalense tiene una explicación lógica, ya que en esta ciudad existía un comercio muy poderoso, sobre todo con América . «En Sevilla se pintaron muchas escenas religiosas que servían de catequesis, pero hay que tener en cuenta que aquí había tantas tabernas como iglesias», resalta Valdivieso, quien hace hincapié en esa «dualidad religiosa y profana» , que fue muy común en el siglo XVII y en buena parte del XVIII.
Las casas sevillanas se adornaban con pinturas y, según este catedrático, «había mucho gusto a la hora de decorar los salones con bodegones». A esto añade que « numerosos pintores se dedicaban a este tipo de obras por la gran clientela que existía en la ciudad . Había, pues, un gusto y estética por lo bello, por lo refinado y elegante. Todo se hacía con moderación, buen gusto y refinamiento , algo que se puede ver, por ejemplo, en los floreros», señala. Dichos bodegones iban para una clase social culta y acomodada , que le decía a los artistas cómo querían que fueran exactamente las pinturas. «Estos cuadros los pedían banqueros, comerciantes y eclesiásticos», subraya el profesor.
'Cesta con rosas', de Pedro de Camprobín
La cercanía del mar suministraba pescados que venían frescos por el Guadalquivir. Esto hacía que se pintaran «todo tipo de pescados, carnes y platos en sus distintas formas de guisado», comenta este experto, que destaca los bodegones de cocina —«con más revoltijos»—y los de comedor —«más claros y elegantes»—.
Zurbarán, el gran maestro
Respecto a los artistas que incluye este libro, Enrique Valdivieso reconoce que el gran maestro del bodegón fue, sin duda, Francisco de Zurbarán , que pintó pocos bodegones. «Algunos han señalado que fue el más profundo, ya que a través de las formas plasmaba el espíritu». En la cubierta del libro se reproduce, de hecho, un morueco pintado por el artista extremeño. «Esta obra tiene un sentido religioso porque simboliza el sacrificio de Cristo. Estos bodegones destacan por su orden, equilibrio, ritmo, armonía, claridad y sencillez ».
Cubierta del libro
Aunque no se conservan bodegones de Velázquez , este catedrático resalta las escenas de cocina de sus cuadros. El nivel de investigación que ha realizado Valdivieso ha sido tan exhaustivo que en obras como 'Cristo en casa de Marta y María' los peces que aparecen en primer plano son brecas, un dato que nadie había aportado hasta la fecha. Otra escena de cocina se puede apreciar en 'La mulata' , que tiene al fondo 'La cena de Emaús' .
Dice también el autor de 'Historia de la pintura sevillana' que Murillo pintó bodegones, «pero ninguno nos ha llegado a nuestros días». Sin embargo, aclara que «sus pinturas están llenas de bodegones, como en el cuadro 'Niños comiendo uvas y melón'» .
Otro lienzo que destaca es 'Anciana en la cocina' , atribuido a Francisco de Herrera el Viejo , una obra que sobresale por su soberbia composición de bodegón. «Poder comer de forma satisfactoria todos los días era un milagro», admite.
Además, Valdivieso resalta la importancia del extremeño Pedro de Camprobín , que se instaló en Sevilla. Su especialidad eran las flores, convirtiéndose en el pintor favorito de la clientela . Hay una pareja de 'Jarrones con flores' , que van juntos y donde el artista retrató las flores de los huertos sevillanos.
Finalmente, este estudio también analiza la importancia de los trampantojos, muy usuales en el siglo XVIII. «Se trata de una moda que vino de Flandes y de los Países Bajos y que se importó en Sevilla. Los clientes querían este tipo de pinturas en sus casas para engañar visualmente al visitante. El gran maestro del trampantojo fue Bernardo Lorente Germán , del que hay obras incluso en el Museo del Louvre». concluye.
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