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Reloj de arena

Román Castro Medina: música de violines

Casa Román fue tienda de comestibles y tabernas de pelotazos absolutos, también farmacia para casos especiales

En la imagen de los años sesenta, en el mostrador de Casa Román, vemos un solo virtuoso de violín del patrón acompañado de su hijo Antonio, que hoy sigue dando conciertos para los paladares más exigentes Archivo familiar
Félix Machuca

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Era alto, agraciado, zumbón y trabajador. Tanto que exageraba. Quizás porque huía de aquellos años suyos en tierras paternas, en la Salamanca agraria y escasa de Guijo de Ávila, donde nació. Iba a la escuela con un infiernillo para calentarse. Y el mayor regalo de ... reyes que podía soñar era una manzana y no la del jardín de las Hespérides. Román Castro trabajó tanto que exageraba y cuando regresaba a casa tras hacer penitencia con el Gran Poder se quitaba la túnica, ponía los pies en una palangana desconchada de agua con sal y se colocaba el mandil para atender a una clientela loca por la música. Por la música de los violines que colgaban del techo de su taberna, de Casa Román , en la plaza de los Venerables. La abrió en la convulsa Sevilla del 34, aunque su hijo, Antonio Castro, constata con una póliza de seguro que, al menos, el establecimiento ya existía en 1868, antes de la guerra de Cuba. Casa Román fue tienda de comestibles y tabernas de pelotazos absolutos, también farmacia para casos especiales. Una vecina solía ir todas las mañanas para buscar su alivio y le pedía a Román la 'medecina'. Román le dispensaba la farmacopea en una copita. El remedio se llamaba Anís Machaco. Y no era de los laboratorios Pfizer…

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