Una terapeuta experta en ansiedad explica el motivo por el que la gente se acuesta tarde: «Los malos hábitos esconden traumas»

Expone la posible causa y cómo remediarla

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Una terapeuta experta en ansiedad explica el motivo por el que la gente se acuesta tarde ABC

Malos hábitos existen muchos, y por más que lo intentemos, cuesta desprendernos de ellos. Dormir poco, pasar demasiado tiempo frente al móvil o ser excesivamente autoexigentes son comportamientos que la mayoría ha intentado cambiar alguna vez sin éxito. Pero, ¿por qué nos cuesta tanto romper ... con esas conductas?

Sobre este tema ha hablado la usuaria de Instagram @miriamnutriemocional, una terapeuta especializada en bienestar emocional y ansiedad. En una de las últimas publicaciones de su cuenta, explica que detrás de muchos de esos hábitos «poco saludables» pueden esconderse traumas no resueltos.

Hábitos, reflejo del trauma

Según Miriam, algunos malos hábitos son, en realidad, respuestas a un trauma. No te acuestas tarde porque sí, sino porque ese es el único momento del día en el que sientes calma. Pasas horas en el teléfono porque prefieres distraerte antes que enfrentarte a tus pensamientos. Te aíslas cuando te sientes abrumado porque aprendiste que era más seguro hacerlo solo. Y eres perfeccionista porque es la única forma que encontraste de sentir control.

La terapeuta lo explica desde una perspectiva neurobiológica. Los llamados «malos hábitos» son a menudo conductas compensatorias, respuestas del cuerpo y del cerebro al trauma. Cuando una persona ha vivido experiencias adversas, su sistema nervioso autónomo —el encargado de regular el equilibrio entre calma y alerta— puede desregularse. Esto se traduce en comportamientos como el sueño tardío, el uso excesivo de pantallas, el aislamiento, la fatiga crónica, el perfeccionismo o la necesidad constante de explicar y justificar todo.

Entender el origen

Estas conductas, señala, son adaptaciones neurobiológicas al estrés y al trauma, no fallos personales ni falta de voluntad. El cerebro, en su intento de protegernos, crea patrones que buscan reducir el malestar o recuperar la sensación de seguridad. Por eso, romperlos no es tan simple como «tener más fuerza de voluntad», e implica entender qué necesidad emocional se está intentando cubrir y trabajar en su origen.

Miriam insiste en que ser consciente de ello es el primer paso para sanar. Reconocer que esas conductas fueron estrategias de supervivencia ayuda a dejar de juzgarse con dureza y a tratarlas con más compasión. «Nada de esto es tu culpa», recuerda.

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