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Tiempo sin relojes

Un fantasma recorre el subconsciente de Europa: alargar el tiempo de ocio, la luz de las tardes diseñadas para disfrutar de la vida

Francisco Robles

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Reloj, no marques las horas… He aquí el drama del ser humano, la tragedia que une a mujeres y hombres de cualquier época, de cualquier tiempo ganado o perdido, buscado o rebuscado en la prosa líquida de Proust o en la boutade amarga de Ramón ... Gómez de la Serna: envejece el dedo, no la sortija. Eso es simple como un anillo, que diría Neruda. Y claro como una lámpara, la misma que alumbra los tempranos anocheceres del invierno y que permanece apagada, como la inteligencia, cuando el verano estira el chicle de la luz en unos horarios tan absurdos como imposibles. Un viajero lo dijo con precisión meridiana de Greenwich, que es el nuestro aunque no lo parezca: los españoles mienten cuando dicen las seis de la mañana porque es de noche, o cuando hablan de las nueve de la noche cuando aún es de día.

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