Tribuna abierta

‘Bromuro de plata’: La verdad poética de Joaquín Márquez

Su vitalismo y su propensión hedonista se canalizan tanto por los poemas rimados como por el verso libre

El poeta sevillano Joaquín Márquez ABC

Rogelio Reyes

Los rótulos y etiquetas que la crítica aplica a las distintas tendencias poéticas responden a veces a una necesidad didáctica o clasificatoria más que a una razón estrictamente literaria. Tal sucede en nuestros días con las llamadas ‘nueva sentimentalidad’ y ‘poesía de la experiencia’, dos ... marbetes que en los últimos años se vienen aplicando a un grupo de poetas significados por su reacción contra el culturalismo y la abstracción de los ‘novísimos’, acusados de escribir una poesía desligada de la vida, una poesía para poetas. Como reacción a esta forma de elitismo poético propugnan un tipo de poesía apegada a la realidad y a los hechos cotidianos, una poesía para todo el mundo. El protagonismo de este grupo en la vida cultural española, su vinculación con el mundo universitario, su fácil acceso al dominio editorial, a las revistas poéticas y a los más importantes núcleos de la crítica han dejado fuera del canon oficial a algunos autores de valía que ya venían escribiendo en esa misma línea, no siempre tan nueva, por cierto, como tantas veces se viene diciendo.

Éste es el caso del sevillano Joaquín Márquez (1934-2020), una de las voces más originales de la poesía española de nuestro tiempo, dueño de una poética personal estrechamente ligada a la vida y a la experiencia en un mundo circundante que él describe con agudeza y con un punto de ironía compatibles con un gran dominio técnico en la construcción del poema y con un lenguaje pleno de naturalidad y de frescura. Su vitalismo y su propensión hedonista se canalizan tanto por los poemas rimados como por el verso libre, y su dilatada obra poética es la expresión de una madurez lírica que a pesar de los prestigiosos premios literarios recibidos, no ha sido, en mi opinión, realzada como merece en la estimación crítica dominante, en parte por haber quedado fuera de los circuitos que marcan el canon y en parte por su propensión a vivir desconectado de los ambientes literarios.Ahora, gracias al mecenazgo de la Fundación Caja Rural del Sur y a la iniciativa del también poeta sanluqueño Juan José Vélez, a quien debemos la selección de los poemas, la editorial granadina Valparaíso acaba de publicar, bajo el título de ‘Bromuro de plata’, una interesante antología que recoge en línea cronológica lo más significativo de su trayectoria poética. Ese título, decidido por el antólogo, fue el que Márquez asignó en su día a un libro suyo que no llegaría a publicar y que abundaba en poemas sugeridos por la contemplación de fotografías familiares. La lectura en sucesión de los textos de esta antología nos permiten hacernos cabal idea de los registros que integran un mundo poético muy personal alentado por dos impulsos dominantes : la función de la memoria como nostalgia de una plenitud perdida y el poder aniquilador del tiempo, dos motivos de intensa gravedad en un poeta que a la vez cantará con fruición al goce de los sentidos, una ambivalencia temática ésta que recuerda a los poetas del desengaño barroco, gozadores de la vida justamente por la conciencia de su finitud.

La memoria levantará una y otra vez en la conciencia del poeta imágenes y visiones de un pasado que se desvanece cuando está a punto de ser revivido. Y un pesimismo existencial inundará sus textos con obstinada recurrencia. Así, en ‘La casa’, buscará consuelo a su soledad volviendo a aquel paraíso de su infancia , «no a la fotografía ni a su museo de cera, / sino a la casa donde tu madre debe estar / preparando el lentísimo camino / del aceite en el pan y los tazones / de leche frente al alba». Pero «no encuentras nada, ni lo más evidente, ni un suspiro» Y en ‘Jardines de Murillo’, donde el niño oyó de la mano de su madre los primeros disparos de la Guerra Civil en Sevilla, será él mismo quien contra toda esperanza habrá perdido el refugio que buscaba: «Aquí, en estos jardines, se refugiaba un niño; / él fue de los primeros que cayó en el combate».

Los estragos del tiempo es otro de los temas que se reiteran en la poética de Joaquín Márquez. Y en ‘Joven desnuda ante el espejo’, un bellísimo poema en versos libres —una suerte de fugaz ‘carpe diem’—, conmina a la muchacha a aferrarse al espejo que proclama su hermosura antes de que éste acabe reflejando una decrepitud que llegará imparable. Es un auténtico ‘tempus fugit’ de nuestro tiempo : «No salgas. No hagas caso de guiños fluorescentes. / Agárrate a ese espejo. Sujétate con clavos. / Si sales esta noche te morirás de prisa. / Que ya están escondidas por todos los rincones / las ancianas que vienen a mustiar los espejos».

No hay poeta que no se haya preguntado alguna vez por el sentido de sus propios nombres. Joaquín Márquez buscará en ellos un antídoto contra la soledad y el hastío, y en posesión de un léxico rico de inventiva pero fijado a la vida, culto pero exento de artificio, sus versos resuenan de nuevo en las páginas de esta antología como un

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