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QUEMAR LOS DÍAS

La mala educación

Hemos normalizado la falta de respeto por nosotros mismos

Daniel Ruiz

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Llamé a la oficina tributaria para pagar el sello del coche. Era temprano, las ocho y poco. «Esto es increíble, llamar a estas horas», me reprochó el tipo que cogió el teléfono, con tono fastidiado, cuando le di mi nombre y mi DNI. Por poco ... se me cae el móvil de las manos. Comencé a discutir con aquel tipo por su falta absoluta de respeto, y cuando le exigí su nombre para poner una reclamación comenzó a carcajearse. Era mi colega David, el Peluso, amigo mío desde los tiempos de los dientes de leche. Se había quedado absolutamente conmigo.

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