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Baños

Tu adolescencia tiene en su memoria un claro álbum de estampas fluviales, amnícolas, que jamás podrán tener ni mares ni albercas

El verano se asocia siempre a los ríos José Manuel Brazo Mena
Antonio García Barbeito

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Podrías vivir en cualquier lugar donde haya un río. El mar siempre tuvo dos tallas más que tu necesidad de aguas. Tan de ríos eres, que del mar te apasionan las rías, ver el agua entre dos orillas. Y si las aguas que amas son ... de río, el amor se te desborda si en el río hay isletas de grama y espadañas, lampazos, verdor aparentemente náufrago, como el que te embebe cuando cruzas el Guadiana por Mérida o el Duero por Soria. No ríos como mares, ríos como ríos hermosos, como aguas que saben de la serenidad de sus veras más que de la violencia que arrastra piedras. En este tiempo de baños, ni las inmensas y encrestadas del mar, ni las aguas encajonadas de las piscinas o albercas: el agua libre y corriente de los ríos. Aunque no te bañes, aunque sólo te sirvan como líquido recreo, camino que hace camino entre verdores altos o entre veras donde las barrancas se sueñan acantilados. Un río es un río, tu más cercana identidad del agua, más allá de los cántaros y de los pozos que aprendieron a embotellarla.

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