TRIBUNA ABIERTA
No me toquéis la escritura
Ya que nuestra escritura, elaborada a lo largo de siglos, tiene una proximidad a la fonética que envidian los usuarios de otros idiomas, no me la toquéis, por favor
Antonio Narbona
En Francia, el país de la Égalité —también de la Liberté y de la Fraternité—, el Ministerio de Educación se dispone a acabar en la escuela con la escritura llamada inclusiva. Tiene el respaldo de la Académie, que califica de aberrante «peligro mortal» para la ... lengua la pretensión de que los escolares (a los que cuesta decidirse entre chante [yo, él], chantes [tú] o chantent [ellos] cuando oyen [chant]) escriban les sénateur.rice.s y des conseiller.ère.s municipaux.ales al referirse a los senadores y a los consejeros municipales. Acabarían volviéndose locos.
En español, en que la simple sugerencia de prescindir de la tilde en el adverbio sólo provocó tal polémica que hubo de dejarse como opción (algunos académicos siguen escribiendo paseaba sólo por su jardín cuando quieren decir que, con o sin compañía, no lo hacía por ningún otro sitio), la cuestión ni se plantea en serio.
En la región andaluza, donde hasta un tiempo no tan lejano, gran parte de la población no podía acceder a la escritura, un reducido grupo de personas lleva años organizando (en diferentes localidades de la región) unas «reuniones de escritores en andaluz». Perdón, una Hunta d´ehkritoreh en´andalú / Xunta d´ëkkitorë en´andalü / Hunta d´ëqritorë´n´andalú…, o Meeting of andalusian writers (quizás porque sospechan que el título en inglés va a resultar más claro). Uno de sus integrantes, profesor universitario (para predicar con el ejemplo, empieza por adaptar su propio nombre: Huan Porrah), se ha lanzado a ‘traducir’ Le petit prince al ‘miheño’, variante de Miha (Mijas, Málaga), localidad que ha acogido una de esas ‘juntas’.
Como es impensable que los que ‘escriben’ en alguna variedad gráfica andaluza (ignoro cuántos han acudido a las distintas convocatorias, y en qué coinciden), que, supongo, siguen haciéndolo también como los casi 600 millones de hispanohablantes, se hayan olvidado de lo que cuesta aprender a escribir y de los muchos y extraordinarios beneficios que reporta dejar de ser analfabeto, se me escapan las extrañas razones que les pueden haber impulsado a emprender la titánica tarea de hacerse con otro modo gráfico que no va a servir absolutamente para nada. Simplemente prescindir de la z (y de la c, ante e, i) o de la s, obliga al lector a averiguar si sesione o cenzore están por sesiones o cesiones, por censores o sensores.
A los gobernantes andaluces —que tienen transferidas todas las competencias educativas— no parece preocupar (menos mal) gran cosa este asunto. No contarían (también por suerte) con una ‘Academia’ a la que consultar. Es verdad que no han faltado profesores que han hecho ‘prácticas’ de escritura en andaluz, e incluso en algún libro de texto se proponen ‘ejercicios’ para ello. Pero no ha pasado de lo anecdótico.
Como es lógico, tampoco a la RAE, que sí se ha pronunciado reiteradamente, aunque con pusilanimidad, acerca del carácter «innecesario» de los dobletes tipo los niños y las niñas, y no creo pierda el tiempo con ese todes discriminador que quiere poner en circulación la ministra (precisamente) de Igualdad ni con soluciones improvisadas (lo/a/s niño/a/s) o ‘impronunciables’ (niñ@s), parecen inquietar estos descabellados intentos de poner en marcha escrituras regionales.
En realidad, no preocupan a nadie, aunque a unos cuantos ‘ocupe’ y entretenga ¿Conoce alguien a un lector (no a un curioso que eche un vistazo) que estuviera dispuesto a tragarse —si algún osado se atreve a ello— una versión del Ulises, de Joyce, al ‘andalú’, en lugar de leerlo en alguna de las excelentes traducciones al español o, si le es posible, en su idioma original? La respuesta, lo sé, es de sentido común. No lo es, ni puede serlo, en cambio, la que se dé a la pregunta de por qué se producen los errores del entendimiento (aberraciones), al fallar la capacidad de juzgar de forma razonable.
Me limitaré a recordar que nuestra cultura lo es de —y gracias a— la escritura, por lo que no hay modo de comprender el intento de que alfabetizados andaluces (en ese coto ‘privado’ no va a tener el menor interés ni curiosidad en entrar alguien que no lo sea) que han conquistado la posibilidad de acceder al tesoro inabarcable de textos en español, reinicien, por un insólito capricho, un nuevo proceso alfabetizador que no les va a llevar a ninguna parte. Como cualquier hispanohablante, recurrimos al Diccionario, que es común, cuando dudamos del significado de una expresión. ¿Cómo buscar lo que no se entienda de erl k´arlga´hkuxao ezo arremata´xándole agua´la´mberlka (les aseguro que es un ejemplo real de la propuesta)?
Ya que nuestra escritura, elaborada a lo largo de siglos, tiene una proximidad a la fonética que envidian los usuarios de otros idiomas, no me la toquéis, por favor, salvo que se esté totalmente seguro de que la modificación va a suponer alguna ventaja indiscutible.
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