LA TRIBU
El artista
Lo que nos está costando en fuerzas del orden, escaparates, robos y vandalismo callejero las gracias del artista Hasél, ¿quién lo paga?
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Iniciar sesiónA cualquier cosa le llaman un artista. En Villamanrique, donde la gracia y la listeza se despachan a granel por las calles, en los mostradores y las tertulias, hay una frase que viene al pelo: «Artista… ¡Po no es mesté ná pa sé artista…!» Sí, ... es menester mucho. Ese tal Pablo Hasél, el rapero que, a estas alturas, por la bajeza de otros de su ralea, creerá que es un héroe social, dice, y dicen sus alrededores, que es un artista. Así escribe el artista: «En mi escuela pública había violencia y no era etarra, / sino de retratos de la monarquía encima de la pizarra.» A ver si aprendes, Juan Ramón Jiménez. Me acuerdo ahora del paisano que creía que los versos se componían con gerundios, con metro a ojo de buen cubero y rimaran o no rimaran: «Las campanas ya están tocando, / la música ya viene entrando, / y la Virgen de las Angustias / por la Puerta de los Novios ya viene saliendo…» Aprende, Hasél, al menos, la gracia espontánea, so mamarracho, que eso es lo que eres, un joío mamarracho.
Va de artista. Y sus epígonos, oh sus epígonos, como le copian del natural su violencia, pues se dedican a defenderlo y a tratar de imponer su doctrina… destrozando escaparates y robando tiendas. Estos chicos, nueva y tristísima variante de plusmarquistas, porque llevan de marca la sudadera con capucha, el smartwastch, el móvil, las zapatillas y todo lo que se pongan, y si es robado, mejor, no saben cantar, pero dan el cante; no tienen carrera, pero corren de todo; y no tienen más oficio que los vicios. El público de Hasél tiene, por lo general, ese perfil, o sea, tan artistas como el rapero. Y lo grave es que ese artista de Hasél tiene defensores incluso en el Gobierno. Pues se retratan quienes lo defienden, y en la foto salen con el mismo perfil de Hasél. Un mamarracho así no tendría que tener más aplausos que los que daban en determinados sitios manos enormes y duras que tenían propensión a la jeta. Pero aquí, oh aquí, aquí es violencia tratar de combatirla; es democracia anormal la que trata de ejercer la democracia; es ir contra la libertad de expresión sancionar insultos, amenazas de muerte y acciones violentas. «Yo dejé a una morera / crecer torcía; / cuando fui a enderezarla / ya no podía.» Acomplejados, somos unos acomplejados. Unos cobardes, unos absurdos politicorrectos. Lo que nos está costando en fuerzas del orden, escaparates, robos y vandalismo callejero las gracias del artista Hasél, ¿quién lo paga? Decía el paisano: «Educación, y tolerancia, y democracia, y libertad, pero cuando a un hijoputa haya que enfoscarle la cara a guantás, se le enfosca. Y nos ahorramos un dineral y el tío aprende.» Tomo nota.
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