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el placer es mío

El secuestro del Nakatomi

Desaparecida del fondo de las políticas, la ideología es sólo su retórica y su filo, un arma que se blande para que los ciudadanos nos creamos que a los dirigentes públicos les mueve algo elevado

Miguel Ángel Robles

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La política occidental se alimenta de dos fantasías. La primera es que su actuación resulta trascendente para el bienestar de los ciudadanos. En realidad, dándose ciertas condiciones básicas -la seguridad jurídica, la alternancia en el gobierno, la economía de mercado y la igualdad de oportunidades-, ... la calidad de vida de las personas depende mucho más de sí mismas que de la intervención de los dirigentes públicos. El segundo espejismo es que sus decisiones (la de estos dirigentes) vienen determinadas por la ideología. Tampoco es así. El ejercicio práctico de la política se parece bastante a la famosa frase atribuida a Groucho Marx: si no le gustan mis principios, tengo otros. A la hora de la verdad, la ideología, al poder, se la refanfinfla.

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