SEVILLA AL DÍA

Sevilla en doble fila

A los sevillanos nos gusta tanto la calle que nos creemos que es nuestra y que se puede dejar el coche en cualquier lado

LOS últimos balances que se han hecho públicos sobre las cifras de usuarios de los autobuses de Tussam o el Metro de Sevilla señalan un incremento importante de la demanda de estos transportes públicos. Los dos medios se sitúan en registros de auténtico récord, lo ... que evidencia que cada vez es más importante el interés de los sevillanos por dejar el coche aparcado en casa y optar por estas alternativas para desplazarse por la ciudad. No es un asuntó baladí, puesto que en una interpretación más en profundidad de este escenario se puede llegar a la conclusión de que la capital hispalense se ha convertido en un lugar que cada día es más incómodo para circular y, por lo tanto, no queda más remedio que hacer uso de la imaginación para ahorrarse el sufrimiento de soportar atascos de más de una hora para salir del trabajo o llevar a los niños al colegio.

La situación es cada día más compleja. Montarse en el coche y circular por la ciudad se ha convertido en una experiencia de riesgo. Primero que nada, por el coste al que está la gasolina. Pero más allá del aspecto económico, hay otros detalles que merman la experiencia de conducir. Ahí está, por ejemplo, el problema de los atascos. Resulta casi milagroso no toparse con una caravana de vehículos en las horas centrales del día. Hay colapso por las mañanas, cuando salimos de casa para ir a nuestros quehaceres. Los hay también al mediodía, momento en el que suspiramos por volver a nuestro hogar para almorzar con tranquilidad. Si a eso le sumamos un día de lluvia como los que últimamente nos acompañan, tenemos la tormenta perfecta para convertir el viaje en un auténtico calvario. Hay, además, otro mal a tener en cuenta: la dificultad para encontrar aparcamiento. No hace tanto que esto sólo ocurría en el Centro y las zonas comerciales, pero a día de hoy no queda prácticamente ni un solo barrio donde se pueda estacionar con facilidad. Vamos, que gastamos más tiempo en dar vueltas que en llegar en verano a Matalascañas.

Quien supere todas estas curvas se topa con la mayor tragedia de todas. Y es que los sevillanos tenemos una cultura de calle tan importante que acabamos pensando que la vía pública es nuestra. Será por eso que tenemos la manía de llegar con el coche hasta la misma puerta de nuestro destino y, si es necesario, encendemos las luces de emergencia y dejamos el vehículo en doble fila. Como si esa simple acción ya nos protegiera para hacer lo que nos viene en gana y provocar una catástrofe en la circulación. El mal de la doble fila es tan nuestro como el mosqueo cuando nos toca soportarlo. Y lo peor es que tiene poca solución, pues es imposible que haya una pareja de la Policía Local pendiente del incivismo. Es más cuestión de educación que de vigilancia, aunque en esto, como en otras cosas, sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Es decir, cuando nos toca a nosotros.

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