Puntadas sin hilo
Los Chorys
La rehabilitación de Marbella ha ido en paralelo a la degeneración de La Moncloa
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Iniciar sesiónCon Luis Ortiz se entierra el recuerdo de aquella Marbella frívola que se comenzó en los años setenta y vivió su plenitud en los ochenta, cuando se consideraba a la Costa del Sol como uno de los lugares más divertido del planeta. Ortiz –que era ... hijo de 'Paco el Tijeras', censor franquista de TVE–, representó el pendulazo que España necesitaba tras cuatro décadas de dictadura. Aquel país que salía del túnel necesitaba beber libertad hasta atragantarse, y Marbella se convirtió en el palco VIP de este festín lúdico. Todo era una distopía, un trampantojo en el escenario de una Andalucía todavía muy rural que pugnaba por deshacerse del legado decimonónico de atraso y miseria, pero hay que admitir que aquella orgía de lujo y noches interminables contribuyó a crear la marca de destino turístico sobre la que se asienta hoy gran parte de la economía regional.
Los andaluces seguíamos aquel derroche suntuoso desde la barrera, aunque algunos listos hallaron la forma de saltar al ruedo. Uno de ellos fue Luis Ortiz, gracias a una amistad que procedía del colegio Claret. Allí conoció a Yeyo Llagostera, que era hijo del médico Rogelio Llagostera, cuyo laboratorio creó marcas como Reflex o las pastillas Strepsils. En 1970 Yeyo heredó una fortuna de 50 millones de dólares, y su primera 'inversión' fue dar la vuelta al mundo con 'Los Chorys', la pandilla de amigos que ambos integraban junto a Jorge Morán y Antonio Arribas. El dinero les abrió las puertas de aquella Marbella de oropel en la que se bebieron y fumaron una parte importante del legado paternal. Ortiz encajó a la perfección en la jet-set, se casó con Gunilla Von Bismark y logró ese anhelo tan proletario de no doblarla en su vida.
Tras 'Los Chorys' llegaron los chorizos de verdad. La evolución de aquella Marbella opulenta y divertida fue el gilismo, que mantuvo la ostentosidad pero cambiando el glamour por la ordinariez. El Club Financiero de Gil sustituyó a Puerto Banús como epicentro de la vida marbellí, y el pulso vital dejó de regularse con fiestas para pasar a hacerlo con convenios urbanísticos. El Luis Ortiz de esta nueva época fue Julián Muñoz, un tipo que encajó a la perfección en el urbanismo de la época, se casó con Isabel Pantoja y también logró vivir sin doblarla, salvo que se conceda categoría laboral al arte del mangoneo.
Hoy en día Marbella ha normalizado su imagen, consolidándose como un destino turístico de alto nivel pero sin los alardes hedonistas ni corruptelas de antaño. ¿Y dónde quedan 'Los Chorys' en esta España prochavista? Ni más ni menos que en el Gobierno, donde se actúa con el descaro de la pandilla de Ortiz y Llagostera y se cierran operaciones oscuras como las de Roca. La rehabilitación de Marbella ha ido en paralelo a la degeneración de Moncloa. Hasta en el elenco femenino, porque el tránsito de Von Bismarck o la Pantoja a Begoña Gómez denota una pérdida de caché. Echo de menos aquella España de Luis Ortiz en la que los vividores eran unos jetas divertidos; los de ahora no tienen ni puñetera gracia.
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