SIN ACRITUD
Más fuertes
El periodismo, tan denostado por tantos muchas veces con razón, está siendo estos días ese agua cristalina y purificadora que limpia el fango que provoca el Gobierno
Cualquiera que sea periodista sabrá de lo que le hablo. Cualquiera que desde adolescente soñó con contar historias y se preparó para ello tendrá la misma sensación. El mismo sentimiento. No siempre hemos estado orgullosos de este oficio, por más que sea el más bonito ... del mundo, a decir de García Márquez. Que lo es, sin duda. Pero hay días en los que más valdría no abrir ciertas páginas de ciertos medios. Días en los que apenas encuentras argumentos para rebatir a tanto exaltado que ataca a la prensa y a los periodistas por sistema. A tanto ultra que se erige en defensor de no se sabe muy bien qué. Hablan de democracia, de defensa de las libertades, de los más débiles, de justicia social y de todo el manido argumentario que únicamente utilizan para enfrentar. Para dividir. Para polarizar a una sociedad definitivamente rota en dos mitades. Y para los que el periodismo es el culpable de todo. Un sector vendido a las grandes corporaciones que únicamente se mueve por los intereses de quien le paga. De quien le subvenciona a cambio de su silencio. De su manipulación. Ya digo que hay días en los que algunos 'compañeros' dan argumentos de sobra a estos gurús del buenismo cansino.
Pero otros días no. Hay otros días en los que uno se siente realmente orgulloso de formar parte de este gremio. De aportar su humilde granito para entre todos engrandecer esto que llamamos democracia y que algunos se empeñan en pisotear desde las mismas entrañas del poder. Desde la mismísima mesa del Consejo de Ministros. Hoy, España, nuestro país, es más fuerte en buena parte gracias a los medios de comunicación. De todo signo. Progresistas y conservadores. Unos más que otros, obviamente. Pero es justo reconocer la labor de los periodistas que no desfallecen y no cejan en su empeño. Que hacen muy bien su trabajo. Pese a las presiones, que son muchas. Pese a los ladridos de las redes sociales. Que son aún más. Hoy, todo lo que sabemos, todo lo que a usted le llega, es a través de personas con nombres y apellidos que se dejan su vida -al menos la personal- para que usted pueda leer. Saber. Estar informado. Por supuesto también es fundamental el trabajo de jueces y fiscales independientes. De investigadores de la Guardia Civil incorruptibles. Tampoco a ellos podremos estar nunca suficientemente agradecidos. Pero hoy, que se entregan los Premios Rey de España de Periodismo -como ayer se entregó el Romero Murube en la casa de ABC en Sevilla y en breve Los Cavia en Madrid-, permítanme que este humilde homenaje vaya para la 'canalla'. Esa tan denostada. Esa tan poco reconocida. Para todos esos que desde adolescentes soñaron con contar cosas y se prepararon para ello. Ellos son los que están manteniendo en pie la decencia de este país. Los que están impidiendo -con sus defectos, que sí, que somos conscientes- que nuestros actuales gobernantes destrocen casi medio siglo de convivencia. De auténtico progreso. Vaya este humilde homenaje al periodismo español. Que a veces es fango, pero en estos últimos días está siendo agua pura y cristalina. Purificadora ante tanta tropelía del actual Gobierno de España.
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