pásalo
No indultaron al ficus
Nunca hubo voluntad de armonizar el ficus, la seguridad patrimonial y la vecinal. Nunca
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Iniciar sesiónHabía que despejar tres incógnitas de una ecuación de tercer grado. Complicada. No demasiado usual en las pizarras municipales. Pero perfectamente asumible para los que saben del asunto y tienen voluntad de resolverla sin darle un pepinazo al balón de Nivea. La patada a seguir ... no era reglamentaria. Era una trampa. Y se ha escogido la trampa, la fórmula más fácil, la más inmediata, con las urgencias que te pide quitar del hombro de un traje de mil euros recién estrenado, la cagada de una paloma. El ficus de Triana ha sido descoronado de la majestuosidad secular de su porte. Y lo ha sido por el método fácil, la patada a seguir, el pepinazo al balón de Nivea. Rápido y sin esperar a lo que digan los tribunales. Que lo que vayan a decir lo dirán en su día y para entonces el árbol tiene que estar tan rapado como un marine camino de Siria.
Había que despejar tres incógnitas. La de la supervivencia del árbol, la inviolabilidad del patrimonio religioso dominico y la seguridad de los transeúntes que se daban cita bajo la frondosidad tropical de su origen boricua. Esta ecuación de tercer grado, finalmente, se redujo a una de primer grado, donde la incógnita era fácilmente despejable, incluso para los alumnos más cerrados de letras. Y se mandó descoronar al ficus. Leñadores y aserradores a la tala. Al apeadero de una joya patrimonial de nuestra botánica que, para más inri, el propio ayuntamiento tiene incluido en un catálogo de especies notabilísimas. Nunca hubo voluntad de salvarlo. Porque hacerlo, según estos cabezas de huevo, atentaba contra el patrimonio religioso y la seguridad de los ciudadanos. En estos tiempos donde se traman indultos sobre la argumentación del trato humanitario a condenados por corrupción, al limpio ficus de Triana ni se le ha indultado ni se le ha tratado con humanidad. Lo han mando directamente al cementerio de las fotos de recuerdos. Sin que haya sido posible aclararle a la opinión que se puede garantizar la seguridad de los ciudadanos y la del patrimonio. Hablen con técnicos. No con ecologistas. Con técnicos. Y le dirán que esa ecuación se podía haber desarrollado a satisfacción de todos.
Pero hubiera costado dinero. Todo lo cuesta. Pero no por esa cuestión se condena a muerte al patrimonio. O, al menos, no a lo más descollante del patrimonio. El Ayuntamiento podía haber pasado en esta historia de un atentado al patrimonio como la parte salvadora, la parte heroica de un drama que llega a los ciudadanos, a los que votan y son sensibles a estos asuntos. Podía haberse colgado esa medalla. A fin de cuentas, en los presupuestos, hay derramas clientelares como en todas las grandes casas vecinales. Y las elecciones están cerca. Han perdido no solo la posibilidad de salir a la calle a colgarse la medalla ecoprogresista de Greta Thunberg. Han perdido, una vez más, la credibilidad ecológica por más que se les haga el culo Pepsicola hablando de la agenda 2030. Créanme, con el dinero que se va a otros destinos clientelares, el ficus estaría hoy sin rapar. Nos queda la esperanza que, alguien, haya salvado un esqueje y lo pueda plantar en el Charco de la Pava, con una cerámica que diga: «el único hijo superviviente del ficus de Triana sacrificado por el ecoprogresismo del PSOE municipal. Año 2022.»
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