Trampantojos
Pedro Sánchez, caballero andante
En homenaje al académico Francisco Rico, leamos este delirante capítulo de nuestro presente en clave cervantina
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónMURIÓ Francisco Rico, nuestro gran cervantista. Había ya puesto su pie en el estribo y no sabemos si le dio tiempo de despedirse de sus amigos: «Adiós, gracias; adiós, donaires; adiós, regocijados amigos; que yo me voy muriendo», según desveló Cervantes en 'Los trabajos de ... Persiles y Sigismunda'.
La muerte del cervantista ha coincidido con un episodio que demuestra la inevitable naturaleza literaria de nuestro país. Cinco días de desarrollo, nudo y desenlace; de novela epistolar que termina en novela de suspense para rematar en sainete. Aunque España necesita una regeneración democrática, no es de recibo que este país haya estado en el limbo, pendiente de la decisión de una persona. Volviendo al aire cervantino, este capítulo delirante confirma que España no ha sabido leer 'El Quijote'. O quizás es que se ha leído sin saber distinguir la verdad de la ficción porque, como el ingenioso hidalgo, se cae en el espejismo y el trampantojo.
Pienso en esto porque he aquí que tenemos a un paladín de novela de caballerías que se ha declarado como un desfacedor de entuertos y enemigo de villanos, brujos y magos encantadores. Y las aventuras del caballero andante, en vez de provocar la risa, terminan con los lectores entregados a la confusión, como en tantos pasajes del libro le ocurrió a su escudero Sancho. Esa lectura cervantina en la que Sancho ve la realidad como en las disparatadas aventuras de su amo loco y, a su vez, éste termina rechazando los engaños de su delirio para abrazar la realidad. Ese momento en el que Sancho Panza se quijotiza y don Quijote cae en la sanchización.
Se nos ha muerto Francisco Rico y la letra p de la Real Academia Española se ha quedado sin el mágico lexicógrafo de la letra bilabial de hermosos términos como Paz, Perdón o Piedad. O como Pedro… Así que, en homenaje a Francisco Rico, leamos este capítulo de nuestro presente en clave cervantina. Pedro Sánchez, flor de la caballería andante, con su lanza en astillero y adarga antigua, quiere derribar gigantes y hechiceros encantadores. Ya imagino el resto de aventuras, desde el bálsamo de Fierabrás hasta el yelmo de Mambrino que lo hace invulnerable, aunque sea una bacía de barbero.
En la Cueva de Montesinos verá delirios y luchará contra bulos, fakes y difamaciones. Es el descenso a los infiernos de todo héroe, aunque ya sabemos que él siempre ha logrado salir de todos los avernos. Y esperamos con emoción la aventura del desafío de los leones, quizás de los leones del Congreso a los que tiene algo olvidados con tanta actuación en otros escenarios.
Con la p del sillón vacío de Francisco Rico, Pedro Sánchez vuela ahora a lomos del caballo Clavileño para rescatar a una princesa y promete ínsulas Baratarias a sus fieles y leales. Claro que don Quijote-Alonso Quijano llegará a la playa de Barcelona. Siempre Cataluña, donde los héroes quedan varados y es derrotado. Como el momento en el que hay que mirarse en el espejo para contemplar la sombra del apócrifo, el Quijote de Avellaneda. «¿Qué gigantes?», dijo Sancho. «¿Qué gigantes?», pienso yo.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete