TRAMPANTOJOS
Carmen Sevilla y la niebla del olvido
La actriz vagaba desde hace años sonámbula en la desmemoria, herida por el mal de la memoria
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Iniciar sesiónMurió Carmen Sevilla después de vagar durante años en la nada. Es difícil imaginar cómo ha sido el epílogo de esta mujer que fue un volcán de risas, la postal en tecnicolor de los tiempos grises de la Dictadura. Muchas veces la he imaginado vagando ... como una sonámbula en las nieblas del recuerdo. Caminando por los pasillos acerados y blancos de un no-lugar. Desentrañando sonrisas que no entiende, el dibujo de las caras y el matiz de las voces que ya no sabe de dónde vienen.
Esta semana en la que ha muerto Carmen Sevilla tras padecer la terrible enfermedad de Alzheimer, el escritor Fernando Iwasaki nos contó en un curso de verano en Logroño la historia de su madre, que también padece el mal de la memoria. Ella ya no recuerda nada ni reconoce a sus hijos. Sin embargo, Fernando le recitó las poesías de Rubén Darío que ella le enseñaba cuando era pequeño. Consiguió que ella concluyera el final de todos los versos. «Mi madre ya no está, pero sigue viva en los poemas de Rubén Darío», confesó.
La poeta Juana Castro dedicó el poemario 'Los cuerpos oscuros' a sus padres, que vagaban también en esa nada: «Hablan con el televisor y con sus muertos./ Olvidan los plazos del futuro/ igual que olvidan hoy/ qué cosas les dolieron ayer tarde».
Hace tiempo, cuando supe que Carmen Sevilla padecía esta enfermedad, fabulé con que ella se despertaba en mitad de la noche y encendía la televisión. Pasaban una de sus viejas películas. En la pantalla aparecía una muchacha hermosa y pizpireta que bailaba. En el fondo, una ciudad de cartón-piedra que intentaba recrear una postal. Un lugar triste, a pesar de la luz y la alegría impostada.
Ella se sentaba delante del televisor y comenzaba a tararear la letra que cantaba esa muchacha de sonrisa contagiosa. Como la madre de Fernando Iwasaki, la enferma tenía un momento de lucidez, un chispazo luminoso en el que el recuerdo aparecía con sus perfiles definidos. Luego regresaba la oscuridad y la carcoma volvía a devorar la madera de la memoria.
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