Talentos

He vuelto a ver el capítulo de 'El ala oeste' cuando secuestran a Zoe, la hija del presidente Bartlett (una jovencísima Elisabeth Moss) y él acaba tirando de la enmienda número 25 para renunciar temporalmente al cargo por no verse capaz de tomar decisiones como presidente, sino como padre. Y como el vicepresidente había tenido que abandonar el cargo, se ve obligado a dejar el poder temporalmente al presidente de la Cámara de Representantes. Republicano y muy conservador. Y se produce esa gran escena cuando Glen Allen Walken (John Goodman) llega a la Casa Blanca como un elefante. Por supuesto, Zoe es rescatada y Bartlett vuelve a la presidencia. Aquí el mayor sorkinismo (el idealismo de la política meliflua) está en el acuerdo entre ambos partidos. A punto del relevo, CJ Cregg, secretaria de prensa, dice que el presidente debe dejar claro al país que alguien está a cargo durante la crisis. Josh Lyman añade que el mundo necesita saber que alguien está al cargo. Goodman devuelve el poder sin problema. Lo más sorprendente de todo fue esa manera idílica en que se enfrentaron a la crisis por el secuestro. Los dos partidos, los dos rivales, unidos con eficiencia y respeto. Por un lado, estaba en juego la vida de la hija del presidente (la crisis). Por otro, el empeño de todos por que los ciudadanos mantuvieran la confianza en su gobierno. Sorkin no tiene cabida ni en la política americana actual ni en la española. Tampoco parece haber talento en ninguna. Si acaso, hay 'crusaíto' y 'brikindans'.