SIEMPRE AMANECE
Aita, nos hemos hecho del Madrid
Lo del Athletic me lo curó la distancia y el vivir aquí y allá
La España sin puto amo
Imaginar a Manolo
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Iniciar sesiónAita, te quería contar algo que pasó el sábado. Cuando a última hora de la tarde dije que me iba a acercar al súper a por algo de picar para ver el partido y pregunté que quién me acompañaba, tu nieta Paloma se vino conmigo. ... Es una niña deliciosa, siempre dispuesta a pasar un rato con su padre y disfruto mucho de su presencia alegre, sencilla, siempre inclinada a la conversación y el cariño. «Papá, dice Macarena que tú nunca prestas tanta atención a un partido de fútbol», me preguntó y le expliqué lo que ya sabes: que nunca he entendido demasiado el fútbol y que no sé mucho de este deporte.
Te acordarás cuando me llevaste a Atocha a ver a la Real que jugaba con un equipo alemán –¿el Colonia?, no sé–, y no hacíamos ni caso a lo que pasaba en el césped. Nos entreteníamos en decidir cuándo comernos el bocata y nos fijábamos en el ruido o en cómo los torsos se echaban hacia adelante cuando el balón se acercaba a la portería. Vaya, que vimos todo menos el fútbol. Tú siempre fuiste de la Real y contra el Athletic de Bilbao, y los días en que jugábamos contra el Osasuna salías a la Parte Vieja a cuerpo limpio a hablar con cualquiera, a tomar un pote y a escuchar las txarangas y el acento navarro como si fuera siete de julio. Lo del Athletic me lo curó la distancia y el vivir aquí y allá. Escuchando a la gente desear que ganaran a «esos vascos hijos de puta» aprendí a ir con nuestro enemigo natural, que ¿sabes? no son tan distintos a nosotros.
Así que Paloma me estaba preguntando por qué íbamos a ver el partido con algo de picar si nunca prestábamos la atención al fútbol. «¿Ves esa puerta?», le dije al pasar con el coche. «Ahí entrena el Real Madrid, al ladito de nuestra casa», le expliqué, y le conté que no solo es que hubiera ganado la Champions, que era el campeonato más importante del mundo, es que la había ganado catorce veces, y que papá no entendía mucho de fútbol pero que me atrevía a decir que era el mejor equipo del planeta.
También le expliqué que yo no había nacido en Madrid, pero que me sentía de aquí. Que era el equipo de nuestro barrio y de esta ciudad que me ha permitido ser feliz en ella durante tantos años y que en ella habían nacido mis tres hijos. Aita, me acuerdo de cómo te gustaba a ti Madrid, cuando llegabas asfixiado del matonerío de ETA y bajabas la calle de Alcalá camino de Las Ventas como aliviado por la lejanía del terror que aquí no se notaba.
Paloma señaló a uno que salía del súper con una camiseta. Yo le puse el himno en el coche. «Sí que tienen que ser buenos jugando al fútbol», dijo tu nieta, nos miramos y sonreímos. Para cuando volvimos a casa, ya nos habíamos hecho del Madrid.
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