El honor de David y Miguel Ángel

Porque este es el problema de fondo. La falta de autoridad, la decadencia del respeto y el nulo reconocimiento profesional. Ni siquiera el ministro del Interior se atrevió a ir a Barbate. Se quedó en la comandancia de Cádiz (en pleno carnaval) por si alguien le pitaba por la calle o una viuda le lanzaba una lágrima. Y me entran ganas de vomitar al escuchar cómo se ríen a una panda de miserables mientras sucedía la tragedia; al conocer los detalles de las órdenes recibidas por esos guardias (órdenes que, directamente, les enviaban a la muerte) o al escuchar a la fiscal antidroga denunciar que los traficantes «campan a sus anchas».

Ese ministerio, el ministro del Interior, el Consejo de Ministros y el presidente del Gobierno piensan más en cómo indultar a los animales de los CDR que en apoyar a los policías que defendían la Vía Laietana. Sánchez y Marlaska están más preocupados en salvar el culo de los descerebrados de Tsunami Democratic que en dotar de medios a la Guardia Civil. El Gobierno (y los socios, ya ni te cuento) sueñan en cómo liberar a los presos de ETA con tal de seguir en Moncloa, mientras miles de guardias civiles están dispuestos a dejarse hasta la vida. Como David y Miguel Ángel. Todo el honor para ellos.

PD: En cualquier país decente, el presidente del Gobierno se habría plantado en la localidad de Barbate, a las pocas horas, para abrazar a las viudas. Para ordenar el despliegue necesario capaz de derrotar a ese poder de narcotraficantes en el Sur de España. Pero no. Estaba ocupado. Tenía mitin. Y aún colgó un tuit lamentando «la muerte» de los dos guardias civiles. El ministerio del Interior hizo lo propio sobre «el fallecimiento»... como si les hubiera dado un infarto. Pero no. No murieron porque sí. Fueron asesinados mientras se enfrentaban con una zodiac de juguete contra unos narcos a bordo de sus fuerabordas.