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BALA PERDIDA

El maldito matrimonio

La gente ahora se casa menos, aunque se montan unas bodas que son como unos Grammys de la familia

Elogio de Alcaraz

La estupidez de leer

Ángel Antonio Herrera

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Escribía el inolvidable José Luis Alvite, tan olvidado, que el matrimonio era el mejor modo de pagar a medias la lavadora. Traigo aquí estas palabras, brinco de un astronauta de la provocación, como Alvite, porque pueden ilustrarnos un nuevo modo de matrimonio, que se ... viene proponiendo en México. Se trata del matrimonio bajo un contrato de plazos, entre dos y cinco años. Este esquema no resulta novedosísimo, porque ya se concreta en algunos sitios de Europa, como Alemania, o Francia, donde se firman contratos de convivencia. A uno cualquier propuesta que suponga mayor libertad o alegría, cuando hay que pegar el portazo, le parece entre bien y muy bien, entre otras cosas porque siempre me incordió que en asuntos de amor tengan que mediar los jueces, o los abogados. Decía Aute que el matrimonio es una cosa de tres, como la propia palabra indica. Y esos tres pudieran ser en algún momento, ella, él, y un letrado que ordene los papeles. El amor empieza en el beso, y acaba en una notaría. No se nos escapa que con esta modalidad de casarse bajo plazos se evita la delicia del divorcio, pero el horizonte abierto de regresar a la soltería, cuando el contrato expire, es un buen motivo para tomarse en serio lo de prosperar en pareja. Quiero decir que esta norma no va necesariamente en contra el matrimonio, como parece en un arranque, sino a favor, porque el que renueve los plazos es un cónyuge para toda la vida, o casi. La gente ahora se casa menos, aunque sí veo que se montan unas bodas que son como unos Grammys de la familia, más un dron, que prepara muy aseados álbumes de fotos. Igual la eternidad de amor dura un rato, te cases como te cases, y por tanto no veo yo mal este matrimonio con fecha de caducidad que igual caduca, o quizá no. Desde luego, te ahorras el disgusto de la minuta del abogado de acuerdo, o una guerra civil en los juzgados, tan atareados hoy. Quedaría pendiente, eso sí, quién se lleva la lavadora amortizada a medias.

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