Retraten a Sánchez
Si Rivera hubiera ofrecido una abstención técnica, es muy posible que el líder socialista la hubiera rechazado
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Iniciar sesiónAlbert Rivera ha salido del ensoñamiento en el que ha vivido desde las pasadas elecciones para ofrecer a Pedro Sánchez una abstención con tres condiciones. Tres exigencias que sabe que el líder socialista no va a aceptar pero que, al menos, le servirán durante la ... campaña para recordar que el presidente en funciones tuvo al alcance de la mano un pacto con el constitucionalismo, pero lo rechazó forzando una repetición electoral. Seguro que da forma a algún eslogan.
Si esta maniobra se hubiera producido en junio, habría tiempo para que los partidos constitucionalistas se pusieran a hablar en serio de como llegar a una abstención que salvara al nuevo Gobierno de la influencia de Podemos y los independentistas. A la altura que estamos, con el Rey decidiendo hoy si propone o no candidato, el gesto de Rivera huele a miedo a salir demasiado penalizado en caso de repetición de elecciones. Si, como dijo ayer, quiere de verdad evitar unos nuevos comicios el camino está muy claro: una abstención técnica cimentada en el discurso «por el bien de España». Es posible que ni siquiera aún así lograra evitar la repetición electoral porque Sánchez ha entrado ya en modo campaña. No hay más que ver la arrogancia con la que se dirigió el pasado miércoles en el Congreso tanto a Pablo Casado como a Rivera durante el debate europeo. Desde luego no es el tono con el que alguien pide ayuda, si de verdad quiere obtenerla. Al contrario, sus formas demostraron que no tenía gana alguna de recibir la abstención gratuita que volvió a pedirles. Si el líder de Ciudadanos se la hubiera dado, sí habría hecho todo lo que está en su mano para evitar una repetición electoral. Y en caso de que Sánchez pusiera como excusa la estabilidad del nuevo Gobierno, hubiera quedado completamente retratado ante los españoles. Como mínimo, hubiera servido para eso.
Escuchando ayer a Rivera era fácil que viniera a la cabeza aquella máxima de John Kennedy -o mejor dicho de su colaborador Theodore Sorensen-, «no pienses en lo que tu país puede hacer por ti, sino en lo que tú puedes hacer por tu país». La frase, lanzada para implicar a los ciudadanos, es lo mínimo que deberíamos exigir a alguien que aspira a ser presidente del Gobierno. Pero en vez de eso aquí estamos, acariciando una repetición electoral con un jefe del Ejecutivo más centrado en hacer contactos internacionales que en poner en marcha a su propio país. Como resumió ayer Ana Oramas en el Congreso, su primera prioridad es sí mismo, la segunda su partido y la tercera España. Y la oposición no es que se lo esté poniendo muy difícil. Todos sabemos como hemos llegado a este punto pero, ¿sabe alguien en qué condiciones vamos a salir?, ¿es acaso descartable que en enero sigamos sufriendo el mismo bloqueo que ahora en septiembre? La sola posibilidad de que el país continúe paralizado por tiempo indeterminado debería ser suficiente para disuadir de una repetición electoral que, si se cumplen las encuestas, solo servirá para reforzar a Sánchez.
El libro «Política», de Aristóteles, arranca exponiendo que un grupo de ciudadanos juntos buscan un bien mayor, pero que el Estado en su conjunto lo que pretende es el mayor bien. Y ésta debe ser la pretensión tanto de quién dirige la nación. Si el próximo 10 de noviembre los españoles volvemos a ser llamados a elegir a un presidente por cuarta vez en menos de cuatro años estará fallando la política. ¿Y qué queda cuando falla la política? Populismos y dictaduras. Quien juega con fuego, dice el refrán, se acaba quemando.
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