Desesperados
Si un incremento en el IRPF lo pagaran los más ricos, uno podría incluso estar de acuerdo con el ministro de Fomento. La lógica que utiliza José Blanco parece irrebatible: en una situación de penuria, los que más ganan deben contribuir en mayor medida a ... sufragar las ayudas a los que peor lo pasan. Ya lo están haciendo, conviene recordar al ministro, quienes pagan más por renta al Estado; y lo han estado haciendo desde hace lustros. Nuestros impuestos siguen siendo moderadamente progresivos. Pero sucede, para bochorno del ministro, de su gobierno y de gobiernos anteriores, que quienes contribuyen proporcionalmente más a las arcas comunes por IRPF, y aún por otras rentas, no son quienes mayores ingresos obtienen, ni quienes mayores patrimonios poseen.
De forma que, sabiendo el ministro lo que todos sabemos, sus propuestas navegan entre la demagogia y la ineficacia. Demagogia porque, con esa alusión a los «ricos», intenta desviar la atención del jardín en que se ha metido su gobierno con las ayudas a parados que agotaron su subvención. E ineficaz porque, por lo antedicho, es dudoso que un aumento del IRPF, salvo que entren a saco, pueda pagar esa factura. Los ricos de verdad seguirán pagando menos que el resto de los mortales.
El Gobierno, en tiempos de tribulación, vuelve a recurrir a resortes destinados a sus barras bravas. Ahora son los «ricos», ayer lo fueron los «empresarios». Pero los «ricos» no son tales, sino los eternos paganos del IRPF, asalariados de mayor o menor fortuna que no cuentan con otros ingresos, mientras que el 80 por ciento de los empresarios son autónomos o dueños de pequeños negocios familiares. Pura clase media. Por lo que, al final, la propuesta de Blanco puede resultar doblemente ineficaz. No resuelve el lío económico y le enajena aún más el favor de un segmento social que decide elecciones. Deben andar un poco desesperados.
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