Las mentiras de George Santos, el diputado clave en EE.UU. que se inventó hasta su apellido

A Santos le debió parecer que su vida no tenía el atractivo suficiente para conseguir ganar una elección al Congreso de EE.UU. y se inventó otra. ¿Es la primera vez que alguien maquilla su currículum en política? Ni mucho menos. ¿Algún político se ha inventado títulos o másteres universitarios o ha alardeado de una excelencia académica que en realidad no tenía? En España sabemos bien que sí y cuesta creer que en EE.UU. no haya ocurrido muchas veces. Pero Santos ha ido mucho más allá que eso.

El pastel empezó a descubrirse mes y medio después de que Santos se impusiera en un distrito de Nueva York que ocupa partes de Long Island y de Queens y que hasta entonces estaba en manos demócratas. Su victoria estaba dentro del empuje republicano en este estado, con candidatos que se aferraron a la inflación y a la ola de inseguridad para ganar la elección: Nueva York fue una de las razones por las que los republicanos recuperaron la mayoría en la Cámara Baja, pese a un resultado por debajo de lo esperado.

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Santos generó mucha atención por su juventud -34 años- y por ser la primera persona declarada gay que recuperaba un escaño en el Congreso para el Partido Republicano. Aunque ahora hasta esos datos básicos de su biografía están en cuestión. Las revelaciones sobre las mentiras de Santos empezaron a aparecer en 'The New York Times'. El candidato ganador había asegurado en su biografía oficial de campaña que se graduó en el Baruch College, una universidad pública de Nueva York, pero no había señales de su paso por la institución educativa de Manhattan. Tampoco de que hubiera trabajado en algunas de las entidades financieras más importantes, como Goldman Sachs y Citigroup, cuyos portavoces aseguraron que no sabían nada de él. Ni había rastro de una organización animalista, 'Friends of Pets United', que se supone que había fundado y dirigido.

Aquello provocó que muchos medios estadounidenses empezaran a seguir el rastro de todo lo que Santos había dicho o se había atribuido y el resultado es desolador. Se definió, por ejemplo, como «judío americano» o «judío latino» (su familia es brasileña), aseguró que sus abuelos «sobrevivieron al Holocausto» y que su apellido familiar judío -Zabrovsky- se perdió al huir sus antepasados de Europa. Parece todo un invento, quizá para animar al voto judío que vive en los suburbios neoyorquinos de su distrito.

También defendió que su madre «huyó del socialismo» en Europa y que había emigrado desde Bélgica. Según la información genealógica que consultó CNN, su madre nació en Brasil y su familia estaba asentada en el país sudamericano desde finales del siglo XIX. De su madre también aseguró que había sido «la primera mujer ejecutiva de una gran entidad financiera», algo de lo que no hay evidencias. Como tampoco de que pasara por el colegio Horace Mann, una prestigiosa institución privada del Bronx: la historia de que tuvo que abandonar sus estudios porque sus padres no podían costearlo parece otro invento.

Acosado por la prensa, Santos dijo que solo había «embellecido» su currículum o que había «elegido mal las palabras». Concedió algunas entrevistas, en las que no dio explicaciones convincentes de sus invenciones. La más espectacular fue en Fox News, la cadena más seguida por los votantes republicanos, donde la presentadora -Tulsi Gabbard, expolítica demócrata-, criticó sus mentiras indisimuladas: «¿No te da vergüenza?», le preguntó.

No mucha: Santos no está dispuesto a perder su escaño y ha dicho que solo se irá por las urnas. Varios republicanos -en especial, los de Nueva York- le han criticado y han pedido que sea investigado por el Comité de Ética de la Cámara. Pero los líderes del partido siguen callados: Santos es un problema para Kevin McCarthy, que peleaba ayer para convertirse en presidente de la Cámara Baja, pero a la vez es un voto a su favor en una votación muy contestada.