Ni héroes ni mártires: las víctimas del servicio militar obligatorio de Cuba
Las últimas víctimas: dos jóvenes muertos y catorce desaparecidos tras el gran incendio en la base de Supertanqueros de Matanzas
Corresponsal en La Habana
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Iniciar sesión«Yo no te quiero héroe, mi niño, te prefiero cobarde. Siempre admiré tus valores y sabemos, tu familia, que no eres de los que corren sin imaginar que, hoy, preferiría que hubieses huido. Me rehúso a saberte muerto», fue el mensaje de Dunia Doval ... a modo de despedida de su sobrino, Leo Alejandro Doval Pérez, uno de los desaparecidos tras el gran incendio en la Base de Supertanqueros de Matanzas. El joven, de apenas 19 años de edad, cumplía el Servicio Militar Activo (SMA) en Cuba.
Hasta la fecha, las autoridades reportan dos fallecidos y catorce desaparecidos. Apenas han podido encontrar los restos de cuatro personas y no han ofrecido información sobre las identidades de las víctimas, pero sus familiares los han reportado en redes sociales. Medios de prensa independientes han logrado identificar a al menos cuatro jóvenes del SMA entre los fallecidos. Todos tenían 19 o 20 años de edad y pese a su inexperiencia, fueron enviados el 5 de agosto a un imposible: aplacar el fuego de un tanque de combustible (de 50.000 metros cúbicos) sin la logística necesaria. Esa misma madrugada hubo varias explosiones que acabaron con sus vidas.
«Yo se que a mí no me dijiste que irías al lugar porque sabes que no lo permitiría. Sabes que a cualquier hora saldría a buscarte y por los pelos te bajaría de ese camión», declaró la madre de Doval, Vivianne Pérez de Prado. «Tú no eres bombero ni lo serías, tú solo estabas pasando el servicio militar. Tú (ibas a ser) médico y así es cómo salvarías vidas. Mi niño pequeño, te amo», añadió.
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Al culminar el SMA, Leo cursaría la carrera de medicina, soñaba con ser neurocirujano. Su tía especificó que su sobrino solo había pasado un curso de quince días en los bomberos y era un «muchachito inexperto» que el único fuego que había visto en su vida «era el de la cocina de su mamá». La abuela del joven, Vivian López, escribió igualmente: «Mi niño no es un mártir, es una víctima del servicio militar obligatorio».
«No les voy a entregar a mi hijo»
La muerte de estos jóvenes incentivó en redes sociales una campaña en contra del servicio militar obligatorio en Cuba. Más de tres mil firmas se han recogido, varios artistas e intelectuales se ha pronunciado y algunas madres ya se rehúsan a enviar a sus hijos al SMA.
«Yo no les voy a entregar a mi hijo vivo para que me lo devuelvan en una caja para enterrarlo. Pido a todas las madres que no permitan que se lleven a sus hijos para el servicio militar, que no saben si se los van a entregar vivos, además de todo lo que les hacen. Los maltratan y pasan hambre. No al servicio militar obligatorio en Cuba, los hijos son nuestros, no del Gobierno», sentenció Mailyn Ramírez desde la provincia de Villa Clara.
No obstante, las demandas de madres y padres para que se elimine el servicio militar se vienen acentuando desde hace varios meses porque consideran que sus hijos no son enviados a espacios seguros. Las declaraciones de una funcionaria del régimen ante Naciones Unidas (que negó que el SMA fuera de carácter obligatorio) en el último mes de mayo también aumentaron la indignación. Sin embargo, el SMA es obligatorio en Cuba desde junio de 1963 como respuesta, según el Gobierno, a una posible invasión norteamericana. Aunque el régimen no desvela las cifras, es bien conocido que durante la guerra en Angola (1975-1991) miles de jóvenes cubanos de entre 17 y 21 años fueron enviados a combatir. Fueron muchos los que no consiguieron regresaron vivos y el resto lo hizo con secuelas físicas y psicológicas.
Cada año, miles de jóvenes son reclutados en los mismos centros de estudios al cumplir los 16 años de edad. La ley de Defensa Nacional cubana establece que los ciudadanos de sexo masculino, entre los diecisiete y los veintiocho años, deben cumplir el SMA durante dos años, aunque en el caso de los que alcanzan plazas universitarias, este período se reduce a la mitad. En caso de negarse, pueden ser juzgados en tribunales militares y enviados a prisión; ni siquiera pueden apelar a la objeción de conciencia, prohibida en la Constitución de 2019.
No todos regresan a casa
En los últimos años, medios de prensa independientes han denunciado en varias ocasiones las muertes de jóvenes durante el SMA. La periodista independiente Claudia Padrón Cueto ha seguido el tema, llegando a publicar una incipiente base de datos; según las cifras, al menos dieciséis menores de edad han perecido en los últimos doce años durante el servicio militar, pero «hay muchísimos otros que están todavía por confirmar», aseguró a ABC Padrón Cueto.
«Cada año miles de jóvenes, algunos menores de edad, salen de sus casas para alistarse en unidades militares o de trabajo en las que operan estructuras de mando despóticas e impositivas. En estos espacios los muchachos no solo están expuestos a tratos degradantes que los pueden afectar de modo irreversible, sino también a desenlaces fatales», declaró.
Algunos se suicidan, otros mueren por accidentes con armas de fuego o en ejercicios militares. También existen testimonios de muchos que se autolesionan para escapar, aunque sea por breve tiempo, o para que les den la baja definitiva. «Incluso entre ellos comparten recomendaciones de cómo fracturarse huesos, contraer conjuntivitus, o tragarse cuchillas envueltas en hilo, explicó a ABC la periodista.
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