Francia se queda sola en la prohibición del velo en la escuela pública

Tras la decisión de la Justicia de la capital alemana, la resistencia en Europa al símbolo femenino musulmán se limita prácticamente a Francia, donde existe una ley desde 2004 que prohíbe su uso en las escuelas públicas (liceos), que por presión del sector laicista incluye también portar símbolos de otras religiones como crucifijos ostentosos. El Estado francés argumenta que el velo en las niñas las autodiscrimina y contribuye a forjar la mentalidad de gueto, muy presente en gran parte de la enorme comunidad musulmana francesa, la mayor de Europa.

Alemania, en cambio, se suma a otros países europeos con fuerte presencia de musulmanes, como Reino Unido, Italia y España. En nuestro país, se han producido excepciones en algún instituto y colegio concertado -al amparo de la potestad que tienen los consejos escolares para dictar normas de régimen interno-, pero hasta la fecha los casos se han resuelto pacíficamente, con el traslado de las alumnas musulmanas a otros centros públicos. La 'tolerancia' es la norma. Salvo para el caso del velo musulmán integral -el que cubre también el rostro de la profesora o alumna-, que está prohibido.

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Un elemento importante en la decisión de la Justicia berlinesa ha sido constatar el abultado porcentaje de alumnos musulmanes en los institutos de la capital. Alrededor de la mitad tienen mayoría de alumnos musulmanes -en algunos el porcentaje llega incluso al 90 por ciento- debido a las oleadas de inmigrantes procedentes en su día de Turquía y en fechas más recientes de Siria.

Uno de los argumentos en favor de la llamada 'ley de la neutralidad' de Berlín apuntaba al riesgo de que la presencia de velos entre profesoras y otros funcionarios de las escuelas podría, dada su carga no solo religiosa sino también política, «fomentar la no integración de los alumnos en la cultura alemana» e incluso el separatismo.

Los denunciantes de la ley, finalmente triunfantes, argumentaban en cambio que la norma contra el hijab alimentaba el «racismo contra los musulmanes». Berlín y otras ciudades alemanas experimentan habitualmente casos de islamofobia, normalmente a manos de simpatizantes de la extrema derecha, que se manifiestan en insultos o ataques físicos contra mujeres que portan el velo en el transporte público o en la calle.

La cuestión principal sigue girando en torno al concepto mismo del velo musulmán. ¿Es un signo religioso, establecido por Mahoma para las mujeres, o es, en cambio, ante todo el símbolo político de una ideología reciente -el islamismo-, que apenas cumple cien años y pretende su imposición obligatoria a las musulmanes en su etapa final, como en Irán o en Afganistán?

Las apariencias, en el caso de Berlín, apuntan más al segundo caso. Las instancias que han denunciado la prohibición del velo en las profesoras están relacionadas con el movimiento islamista de los Hermanos Musulmanes en Alemania. Este, a su vez, está generosamente financiado por el multimillonario norteamericano de origen húngaro George Soros, que está detrás de muchas campañas contra los cristianos en todo el mundo.