Banderitas rusas en las antiguas colonias europeas
El Sahel es una región ideal para la estrategia de Vladimir Putin de crear una 'pinza' contra Europa
Tensión en Níger ante el fin del plazo dado por la Comunidad de África Occidental para reponer al presidente

Dos países vecinos de Níger en el cinturón subsahariano –la región conocida como el Sahel– pueden dar alguna clave del futuro inmediato de ese vasto país, tras el golpe militar del pasado 26 de julio. Malí y Burkina Faso también registraron golpes militares con ... el mismo pretexto: la «mala gestión política y económica» de los gobiernos pro-occidentales derrocados. Los dos expulsaron a las tropas francesas para subrayar su decisión de cortar con la antigua metrópoli europea, y se acercaron a Rusia para cubrirse las espaldas.
Cuando Malí tomó en su día la decisión de expulsar a los franceses y llamó a los mercenarios rusos del Grupo Wagner, París movió su centro de operaciones militares a Níger, donde, presumiblemente, los 1.500 efectivos del contingente galo tendrán que hacer de nuevo pronto los petates y moverse quizá al este, hacia el Chad. En este país no es de descartar que les espere otra desagradable sorpresa. Hay también rumores de malestar en el seno del ejército chadiano contra el dictador Déby, aliado y protegido de Francia.
Al preparar su acción golpista, los militares rebeldes de Malí, Burkina Faso, Níger, y quizá el martes el Chad, tenían ante sí dos opciones de alianza con potencias 'no coloniales': China o Rusia. Finalmente, al menos en el Sahel, han optado por pedir la protección del régimen de Putin. Así, junto a los carteles de 'Francia fuera', hemos podido ver estos días a miles de activistas progolpe ondear en la capital de Níger banderitas rusas. Una estampa realmente simpática. La mayoría de los manifestantes no saben dónde queda ese país, pero el descontento y el prejuicio antieuropeo es profundo en esa parte del continente y muy fácil de manipular.
Solicitar la ayuda rusa, de entrada a través de los servicios de los mercenarios de Wagner, tiene dos ventajas para los militares golpistas. Por un lado les alivia del peso de tener que pagar una contrapartida en materia de promesa de democracia o de respeto de los derechos humanos. Una preocupación perpetua por parte de la metrópoli europea, que tiene que justificar ante su opinión pública el porqué de su presencia militar en las bases africanas, y la ayuda al desarrollo que vierten en sus antiguas colonias.
Los mercenarios rusos pueden ser, además, una excelente guardia presidencial para los nuevos dictadores. Les permite protegerse del tipo de golpes de palacio que les han llevado precisamente a ellos al poder. A cambio, la compañía Wagner solo pide una participación en los negocios. Pensar que los mercenarios de Yevgueni Prigozhin o el Gobierno de Putin vayan a retomar la lucha contra los movimientos yihadistas es pensar en lo excusado.
Durante mucho tiempo, los gobiernos occidentales han creído en la existencia de un proyecto estratégico del régimen comunista chino para ocupar su puesto en África, colonizarla –incluso con el envío de decenas de millones de campesinos desde el país asiático– y explotar sus ricos recursos naturales para beneficio propio. Los acontecimientos en el cinturón subsahariano muestran que Rusia está varios cuerpos por delante de Pekín. Además de que Moscú ofrece ahora trigo gratis y un ejército privado, existe una corriente de simpatía –y en algunos casos de nostalgias– de la era en la que la Unión Soviética becó a familiares de líderes africanos para estudiar en sus universidades.
El interés ruso por África, en particular por su vientre más débil, el Sahel y las antiguas colonias francesas, viene de atrás. Pero se ha puesto de actualidad en el Kremlin a raíz de la invasión de Ucrania. Los rusos son profesionales del 'agitprop', la agitación y propaganda contra Occidente, y encuentran en el Sahel terreno abonado. Para Putin, la región es ideal para su estrategia de pinza sobre Europa, porque de estos territorios se nutre el caudal de emigración ilegal que se apiña en las costas del Magreb para su desesperada travesía por el Mediterráneo.
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