La última víctima de Tiananmen
Cuando están a punto de cumplirse 23 años de la matanza, ha fallecido por causas trágicas Ya Weilin, padre de un joven que murió durante la masacre y que llevaba desde entonces buscando justicia
pablo m. díez
Dos décadas después, la matanza de Tiananm en sigue cobrándose víctimas mortales en China. Cuando están a punto de cumplirse 23 años, se ha suicidado Ya Weili n, padre de un joven que falleció durante la masacre y que llevaba desde entonces buscando ... justicia. Harto de que el régimen chino ignore a los familiares de las víctimas, este jubilado del Ministerio de Industria Nuclear, de 73 años, se suicidó la semana pasada ahorcándose en un garaje de Pekín.
Las Madres de Tiananmen , un grupo que lucha por recuperar la memoria de las víctimas, aseguran en su obituario que Ya Weilin portaba una nota explicando las causas de la muerte de su hijo, y que se quitaba la vida para protestar contra el silencio oficial impuesto por el Gobierno. Durante todos estos años, había tratado sin éxito de conseguir una explicación de las autoridades, que ni siquiera respondían a sus escritos.
Desesperado por la amnesia colectiva que han traído a China la modernidad y el desarrollismo, tanto Ya Weilin como su esposa, Zhang Zhenxia, intentaban reivindicar a los caídos en Tiananmen, como su hijo Aiguo, que en mandarín significa «amor a la patria». Entrevistados por ABC en 2007, con motivo del 18 aniversario de la masacre, ambos declaraban que habían elegido ese nombre porque habían trabajado en el Ejército y en empresas estatales y se consideraban «gente del pueblo y buenos comunistas».
Sin importar sus orígenes, cientos de jóvenes fueron tiroteados por el Ejército Popular de Liberación cuando, en la madrugada del 4 de junio de 1989, los tanques desalojaron por la fuerza a los miles de universitarios que habían tomado la plaza de Tiananmen para protestar contra la corrupción y pedir reformas democráticas.
«Jamás pudo disfrutar»
«Tenía poco más de 20 años y un brillante futuro por delante que jamás pudo disfrutar», se lamentó su madre, Zhang Zhenxia, durante aquella charla, que tuvo lugar en la humilde casa que habitaba junto a su esposo, Ya Weilin.
Carcomidos por la pena, ninguno de los entendía «cómo el Ejército pudo abrir fuego contra su propio pueblo». «Jamás pensé que algo así podía ocurrir. Parecía la guerra. Veía las ráfagas de las metralletas en la oscuridad mientras los tanques avanzaban por las calles traspasando las barricadas y los helicópteros sobrevolaban el cielo», recordaba emocionada Zhang Zhenxia sin dejar de abrazar un r etrato de su hijo .
Finalmente, encontraron su cuerpo tras recorrer varios hospitales de la ciudad, donde coincidieron con una legión de familias en su misma situación. «Buscamos en habitaciones llenas de bolsas de plástico que contenían los cadáveres , tan ensangrentados y destrozados que apenas se podían reconocer», rememoró la anciana, quien se quejaba de que la Policía todavía los acosaba para que dejaran de remover el pasado.
Curiosamente, en el salón de su casa colgaba una sentencia budista prometiendo que «la buena gente pasa una vida tranquila». Nada más lejos de la realidad para la familia Ya, que ha perdido al padre 23 años después de quedarse sin el menor de sus dos hijos.
En 2007, con motivo del 18 aniversario de la matanza de Tiananmen, ABC entrevistó a dos personas. Una de ellas, Ya Weilin, se acaba de suicidar. La otra, Liu Xiaobo, está en la cárcel, donde recibió el premio Nobel de la Paz en 2010. Más de dos décadas después, Tiananmen sigue dejando un reguero de víctimas en China.
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