El Protocolo Norirlandés despierta los fantasmas de la violencia y la crisis
Miles de ciudadanos de Irlanda delNorte viven con angustia la falta de acuerdo entre Londres yBruselas
La tensión hizo estallar ya fenómenos de violencia en las calles de Belfast que no se veían desde hacía años
Un trabajador del puerto de Larne, en Irlanda del Norte, comprueba la documentación de un camionero
«No me importa la política, pero me importa mi vida diaria y mi vida diaria puede convertirse en una mierda por culpa de los políticos». Así, tajante, se expresa Adam Bradley, un joven trabajador del puerto de Belfast que acepta hablar con ... ABC mientras se come un sándwich frío junto a unos de sus compañeros en la parte exterior de una gasolinera al lado del puerto. Los camiones pasan cada minuto en una dirección y otra, y el sol ilumina los contenedores apilados en un enorme descampado a solo unos pasos. Precisamente, Bradley es uno de los muchos empleados que se dedican a descargarlos. «No hay suficiente personal para inspeccionar todo lo que entra aquí… y si Irlanda del Norte es parte del Reino Unido, ¿por qué tienen que controlarse los productos que entran desde otros lugares del Reino Unido? Es una estupidez, porque somos un mismo país», declara.
Y aunque votó en el referéndum del Brexit por quedarse en la Unión Europea , dice que una vez consumado el divorcio «hay que aceptarlo» y considera inaceptable que haya tensiones debido a esto. Su sentir no es único. Mucha gente en Irlanda del Norte considera un agravio que haya estanterías vacías en los supermercados o problemas para recibir mercancías provenientes de Inglaterra, Gales o Escocia, cuando forman parte del mismo país, una situación que no solo ha provocado graves tensiones entre Londres y Bruselas , sino que ha despertado los temores de que la paz en la región se vea amenazada y de que el tejido empresarial se desmorone.
La situación es compleja. El Protocolo de Irlanda del Norte, que forma parte del acuerdo del Brexit, establece controles aduaneros sobre las mercancías que se trasladan desde Gran Bretaña a esa nación, una de las cuatro que constituyen el Reino Unido , para evitar una frontera dura en la isla de Irlanda, tal y como está contemplado en el Acuerdo del Viernes Santo. Pero, de acuerdo a la Unión Europea, son necesarios para proteger su mercado único, al que pertenece la República de Irlanda, adonde podrían filtrarse bienes que necesitan ser inspeccionados, como la carne, precisamente a través de la frontera terrestre, que gracias a los acuerdos de paz es solo una línea imaginaria.
Trabajadores amenazados
El protocolo significa que Irlanda del Norte permanece en el mercado único de bienes de la Unión Europea, por lo que los productos que se trasladan desde Gran Bretaña se someten a los procedimientos de importación de la Unión Europea con controles en los puertos. En febrero, tuvieron que ser suspendidos de forma temporal cuando los trabajadores fueron amenazados a través de pintadas en la paredes, y poco después, en abril, se temió que las heridas de un conflicto de tres décadas estuvieran empezando a abrirse, cuando se produjeron luchas callejeras entre facciones que dejaron a decenas de agentes de policía heridos, vehículos incendiados, un autobús secuestrado y en llamas, y destrozos en muchos lugares del territorio provocados por el lanzamiento de adoquines y cócteles molotov.
La Policía respondió por primera vez en seis años con el uso de un camión con cañón de agua, y el Consejo de Comunidades Lealistas (LCC), que agrupa a varios grupos paramilitares , considera que detrás de este estallido está el «espectacular fallo colectivo» del Protocolo.
Meses después, Londres y Bruselas siguen intentando resolver la cuadratura del círculo de este acuerdo, que podría desembocar no solo en una guerra comercial , sino en una crisis en una región donde «la paz es frágil». Así lo cree Gabriel Nelson, un guía especializado en ‘tours’ históricos y políticos en la ciudad de Belfast, quien considera que «la discordia política puede extenderse a las calles». «Debemos ser conscientes de que ciertas partes de nuestra comunidad están sintiendo las cosas de un modo más agudo que otras, y eso nunca debe subestimarse, porque cuando ignoras a personas insatisfechas con lo que está pasando, si sienten que sus puntos de vista están siendo ignorados, a veces el recurso a la violencia se concibe como una solución obvia. Pero lo que hemos demostrado es que 30 años de violencia no fueron una solución para nada», subraya. Y recurre a la famosa cita de que «los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla».
Pero Irlanda del Norte no ha olvidado. Hace apenas un cuarto de siglo que se firmó la paz, y la vida se transformó considerablemente, pero el Brexit complicó la situación. «Imagínate que en España pusieran controles para inspeccionar las mercancías que van de Madrid a Cataluña, o a Galicia… ¡es algo impensable! Pues igual de impensable lo es para nosotros, que no concebimos que nos impongan barreras en nuestro propio territorio». Estas son las palabras de Gordon Lyons, diputado del Partido Unionista norirlandés (Democratic Unionist Party, en inglés) que indica, en un encuentro con ABC, que su formación «se opone por completo al protocolo» y que «queremos respetar el mercado único, pero no a costa de la unidad del país». «Es necesario que se llegue a un acuerdo que podamos suscribir todas las partes, y que reconozca la pertenencia de Irlanda del Norte al Reino Unido».
Riesgos considerables
Lyons reconoce los riesgos de la inestabilidad política así como los problemas que está generando esta crisis en las empresas y en los consumidores, que no son pocos. Daniel Donnelly, portavoz de la Federación de Pequeñas Empresas de Irlanda del Norte, detalla que «la cadena de suministro se ha interrumpido, y algunos sectores están sufriendo serios problemas, a lo cual se suma que el papeleo es terriblemente complicado, y las pequeñas y medianas empresas tienen departamentos de administración pequeños que están luchando por ajustarse a los requisitos». Y es que Gran Bretaña envía cada semana a Irlanda del Norte unos 500 camiones solo de alimentos, a los que se suman cientos más de material de construcción, plantas o maquinaria agrícola, entre muchos otros bienes. «La Unión Europea ha dado un paso atrás esta semana, pero no hemos visto lo que propone el Reino Unido y es urgente un acuerdo», declara Donnelly.
Según una encuesta, las dificultades son tales que hasta dos tercios de los minoristas británicos tienen la intención de dejar enviar por completo suministros a esta región, lo que inevitablemente llevaría a la «quiebra de negocios» y a un considerable aumento de los precios. Para Paul Murnaghan, presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Irlanda del Norte, «es positivo que ambas partes reconozcan los problemas asociados con el Protocolo y estén dispuestas a cambiar de posición», pero urge a alcanzar pronto «un acuerdo equilibrado, centrado en eliminar las barreras y los costes resultantes para las empresas» y pide que en el centro de la negociación estén «los negocios, y no la política».