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Pólvora, esclavitud y política: la cara más siniestra del Renacimiento

La historiadora británica Catherine Fletcher acaba de publicar en España el libro ‘La belleza y el terror: una historia alternativa del Renacimiento’, un esfuerzo por mostrar el arte y al artista vinculado a su contexto y a su mentalidad

Retrato de Lorenzo el Magnífico, uno de los principales mecenas del Renacimiento.
César Cervera

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Lorenzo El Magnífico de Médicis dejó un legado artístico abrumador en Florencia , donde no dudó meter la mano en la caja cuando tuvo necesidad. La mujer de la sonrisa misteriosa que aparece en La Gioconda, Lisa Gherardini , estaba casada con un traficante de esclavos con pocos escrúpulos (¡Ay como se enteren los aficionados a derribar estatuas!). Una de las modelos que usó Tiziano para su Venus de Urbino se llamaba Angela Zaffetta , víctima de una violación en grupo durante el siglo XVI. Esta y muchas otras historias se ocultan detrás de un periodo barnizado de mitos y de belleza artística, pero que, como siempre en la Historia, mantuvo un indestructible idilio entre terror y violencia.

La historiadora británica Catherine Fletcher acaba de publicar en España el libro ‘La belleza y el terror: una historia alternativa del Renacimiento’ (Taurus), un esfuerzo por mostrar el arte y al artista vinculado a su contexto y a su mentalidad. «El problema es que vemos la cultura renacentista en una pared blanca, solo el cuadro, pero no comprendemos el contexto en el que fue concebido», señala Fletcher. En una sociedad cada vez más infantilizada, toda la parte desagradable de la historia se ha ido solapando y simplificando hasta hacerla indistinguible de la realidad . Luego vienen los sustos.

Esto explica, en parte, por qué la sociedad occidental se ha enzarzado hoy en una cruzada contra sus símbolos . «Los historiadores y el público en general ha empezado a hacerse preguntas más incisivas sobre su pasado y han sido más conscientes de cómo los hechos del pasado persisten en las tendencias globales de la actualidad», apunta la británica, que se muestra comprensiva con los debates en torno a la retirada de estatuas consideradas poco adecuadas: «En Roma se retiraban las estatuas de los emperadores conforme se producían cambios de poder. Tenemos que actuar igual y decidir democráticamente qué estatuas hay que mantener en el espacio público y cuáles deben ser llevadas a un museo ».

El arte y la guerra

Un mito creado en la Ilustración, siempre hostil a la Edad Media, presenta el Renacimiento como la madrugada tras una larga noche. Un lugar de luz que, de golpe, dejó atrás todo lo nocivo que había traído la edad feudal a Europa. Y, sin embargo, ni la Edad Media fue tan terrible a nivel cultural y científico, sobre todo a partir del siglo XIII, ni el Renacimiento que dio paso a la Edad Moderna fue un periodo tan idílico. «La idea de que toda la cultura clásica se había perdido es una exageración, algo que le interesaba proclamar a los humanistas», señala Fletcher.

Catherine Fletcher.

Hechos históricos que se suelen vincular a la Edad Media, como la creación de tribunales de Inquisición no dependientes del Papa o la brutal caza de brujas en el centro de Alemania , tuvieron lugar bajo la estela renacentista. Sin olvidar que la peste siguió castigando el continente en los mismos años en los que la cultura vivía el celebrado renacer. Las armas de fuego y el aumento del tamaño de los ejércitos, conforme crecía el poder de los reyes, añadieron a la guerra un nivel de salvajismo desconocido. «Hubo una proliferación de fuego que derivó en un debate que sigue abierto hoy y emplea argumentos muy parecido», afirma la autora de ‘La belleza y el terror: una historia alternativa del Renacimiento’.

«Hay distintos niveles de relación entre el arte y la guerra, entre la belleza y la violencia. Los propios príncipes del Renacimiento combatían en los campos de batalla italianos con la misma intensidad que lo hacían luego en su mecenazgo cultural o cuando competían por lograr el mejor retrato de sí mismos», explica Fletcher sobre un periodo en el que el dinero de la guerra financiaba el arte y muchos artistas, como el propio Leonardo Da Vinci , alternaban su trabajo como pintores y escultores con la creación de ingenios bélicos con los que aplastar a los enemigos de sus mecenas.

La guerra, además, sirvió de inspiración para muchas obras renacentistas que hoy adornan los museos de Europa: «La Piedad de Miguel Ángel es, en apariencia, un tema religioso, pero también se puede interpretar como una escena militar, la de una madre que llora la muerte de su hijo caído en combate», apunta la historiadora.

La oscuridad de un periodo luminoso

Las guerras de religión entre cristianos, que desangraron Europa durante varios siglos, fueron también una inesperada consecuencia del debate abierto por el humanismo cristiano. Sin embargo, para Catherine Fletcher la fractura abierta en Europa nunca alcanzó las dimensiones que tradicionalmente ha querido ver la historiografía y las fuerzas nacionalistas: «Los académicos se centraron en el pasado en las diferencias entre católicos y protestantes, sin reparar en las muchas similitudes. Gran parte de las cuestiones que plantean las religiones reformadas, como son el vivir la religión de manera más íntima, una mejor formación del clero o medidas para combatir la corrupción de la Iglesia, serán posteriormente impulsadas también por los católicos durante la Contrarreforma».

«La imagen que tienen los Borgia es muy injusta»

La lujuria y la corrupción de la Iglesia de Roma estuvieron entre las razones esgrimidas por la propaganda protestante para iniciar el cisma. La familia de los Borgia, que lograron elevarse dos veces en lo más alto de la Roma renacentista, se convirtió en el símbolo máximo de las bajas pasiones de los pontífices, carne de todo típico de mentiras y propagandas. «Que un Papa tenga muchos hijos ilegítimos o que promocione la guerra con intereses espurios no es lo ideal, pero si lo comparas con lo que hacían otras familias, por ejemplo los Médicci o los Farnesio, entiendes que era era lo normal. La imagen que tienen los Borgia es muy injusta», afirma Fletcher, que atribuye la leyenda negra de esta familia valenciana al hecho de que ellos terminaron derrotados, sin tiempo para escribir su historia como sí hicieron sus enemigos.

La Piedad, de Miguel Ángel.

La llegada de una familia española a la cabeza de Roma y el dominio aragonés de buena parte de Italia contribuyó al odio de las élites italianas contra los españoles, a los que se les acusaba de bárbaros y ‘marranos’ (en referencia a su convivencia con los judíos durante siglos) y se les responsabilizaba de haber apagado el fuego del Renacimiento . «A los intelectuales italianos no les gustaba la presencia de españoles y franceses en su península, pero sus acusaciones son injustas. Los mecenas españoles fueron una parte importante en esos siglos para fomentar el arte italiano, al tiempo que en sus universidades se debatió sobre humanismo con la misma intensidad que en Italia», aprecia la investigadora británica.

Fletcher empieza su libro sobre el Renacimiento con un capítulo dedicado a 1492, año del Descubrimiento de Colón , y lo termina con la batalla de Lepanto, también trascendental para España. Al respecto de la primera fecha, la británica no tiene duda de que «se debe conmemorar por haber transformado la historia y las relaciones a nivel global, pero no se debe celebrar por ser una fecha triste para los pueblos indígenas. El contacto entre civilizaciones es una fuerza dinámica e inevitables para conmemorar».

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