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William Levy: «No entiendo cómo podía ser feliz antes de ser padre»

El actor, que ha estrenado 'Bajo un volcán', nos habla de sus hijos, del amor y de cómo ha vivido su paso por la cárcel

Quién es William Levy, invitado de 'El Hormiguero' hoy: de dónde es, una exmujer actriz y su reciente arresto

William Levy GTRES

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William Levy no puede contener la risa cuando se le comenta que ya es una estrella de Hollywood como Frank Sinatra, Jane Fonda o Al Pacino, porque, como todos ellos, tiene su ficha policial: «Yo no diría que es como ponerse una medalla, pero pasar un día en el calabozo me lo he tomado como una experiencia más. Dios me la puso en el camino para sacar una lección de todo ello».

A la espera de una sentencia que confirme su inocencia («ni agredí, ni traspasé, ni estaba intoxicado, solo hubo un intercambio de palabras con un agente de la policía»), de ese día recuerda «los amigos que hice mientras estuve internado y los 15 perritos calientes que desayuné al salir a la mañana siguiente». El actor es un hombre de fe y reconoce su influencia en su vida: «Yo iba a ser jugador de béisbol profesional, ese parecía mi destino, yo nunca tuve un plan B, pero sin planearlo fueron saliendo oportunidades que me han traído hasta aquí. Y así ha sido porque Dios ha querido».

El actor lleva unos días en España en plena promoción de 'Bajo un volcán', una historia romántica con un trasfondo de cine de catástrofes, porque la amenaza de erupción de un volcán pone a la pareja (ella es Maggie Civantos) en peligro: «La verdad es que el amor es más peligroso y destructivo que un volcán, arrasa con todo. Pero a pesar de todo, yo prefiero sufrir y vivir ese sentimiento». William Levy encarna a un capitán de la UME, «con sus reglas, sus códigos, pero es un hombre coqueto, un seductor, que va de país en país dejando, como los marineros, un amor en cada puerto. La verdad es que es un poco enamoradizo». No sabemos si en eso se parece al actor, que, tras 20 años de relación, ha vuelto a la soltería con todas las de la ley: «Estoy abierto al amor, pero con todo lo que me ha pasado me he vuelto más selectivo. Ahora me resulta más complicado encontrar a alguien con quien compartir mi vida».

Se confiesa «un hombre leal que se toma la vida en positivo. He crecido con esa energía y me enfoco en lo bueno, dejando de lado lo negativo», aunque le gustaría ser «menos confiado porque al final me decepcionan. Una cosa que he aprendido es que los buenos momentos profesionales son malos momentos para confiar en los demás, porque una cosa es la gente que está contigo y otra, la que está a tu lado». Y tiene una curiosa manía: «Nunca planeo nada, ni viajes, ni cenas, nada. Si me piden cerrar un plan con antelación me siento obligado a cumplirlo y, como me siento limitado, prefiero evitarlo».

Para William, lo más importante en su vida son sus hijos: «No entiendo cómo podía ser feliz antes de ser padre. Ahora me siento más responsable y me preocupo más, pero siento un amor incondicional que me llena de felicidad. Todo el mundo debería ser padre para sentir eso».

Diario personal

El emoji que más usa: «El que se ríe con la lengua fuera me divierte, pero mi favorito es el muñeco que guiña un ojo porque yo suelo hacerlo mucho, es como un tic. Guiño un ojo cuando hablo con alguien, cuando me despido, me sale solo».

Se haría un 'selfie' con: «Con Julio Iglesias, es uno de mis cantantes favoritos».

Un sacrificio por la fama: «El tiempo que no puedo estar con mis hijos porque estoy rodando lejos de casa».

Un momento 'tierra, trágame': «A los siete años, en el colegio, no me dio tiempo a ir al baño y me hice pis encima. No me atrevía a levantarme porque tenía una mancha enorme en los pantalones».

Algo que no puede faltar en su día a día: «Pase lo que pase, lo primero que hago al levantarme es mandar un buenos días a mis hijos y lo último que hago antes de acostarme es darles las buenas noches».

Un propósito que nunca cumple: «Dejar de beber. Siempre me digo que no voy a tomar un trago en un mes, pero termino tomando algo».

Un lugar para perderse: «Cualquier playa, sobre todo si es en una isla desierta».

Su primer beso: «Recuerdo que la chica tenía los labios dulces, muy dulces, con un sabor especial que no he vuelto a probar en ninguna mujer. Nunca supe a qué se debía ese sabor».

Tiene miedo a: «Hay algo que de verdad me aterra, pero no quiero decirlo para no invocar las malas energías. Me lo callo para no llamar la atención».

Dentro de 10 años se ve: «Trabajando mucho, porque no pienso retirarme, y con buena salud. Me gustaría viendo a mis hijos cumplir sus sueños. Y es probable que me atreva a dirigir. Hay un proyecto para rodar en Cuba, es una historia con la que me siento identificado, para el que atrevería a dar el paso. Quiero hacer cosas nuevas, no estancarme».

El pequeño William: «Es curioso porque yo era un niño bastante travieso, pero a la vez muy tímido. No era muy sociable, me quedaba en mi mundo, mi universo. No salía casi nunca, estaba en casa con mis abuelos, que fueron los que me criaron. Tuve una infancia feliz, con escasez, pero llevo a Cuba en la sangre y necesito volver a ella de vez en cuando».

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