José Andrés: «El emoji de la paella es un gran hito de la gastronomía española»

El chef asturiano más universal ha hecho una defensa cerrada de la gastronomía española y ha comentado lo complicado que resulta importar su cocina y sus productos al extranjero. En su caso, a los Estados Unidos donde hace más de tres décadas abrió su primer restaurante.

«Se cumplen 30 años de Jaleo. Cuando lo abrí tenía 23 años y estaba muy mal preparado. Pero la gente que tengo alrededor ha ido supliendo todas mis carencias y deficiencias. Al final, somos la suma de la gente que está a nuestros alrededor», ha explicado al público congregado en el auditorio del Kursaal.

«Me di cuenta de que para llegar a hacer lo que he hecho necesitaba un equipo creativo detrás, pero también alguien que supiera gestionar el negocio», ha señalado sobre uno de los aspectos en los que, a su juicio, deben incidir más las nuevas generaciones de cocineros propietarios de negocios.

Ha recordado el duro camino hasta llegar a ser la figura respetada que es hoy en Estados Unidos, donde cuenta con más de 30 locales. «Tardé mucho en pisar un congreso de gastronomía porque estaba muy ocupado trabajando», ha asegurado. «Cuando pisé por primera vez Gastronomika ya tenía cuatro restaurantes en Washington», ha añadido.

Lograr hacer cocina española allí fue toda una odisea. José Andrés ha aprovechado este foro para agradecer a todos los que confiaron en su proyecto para llevar los productos que necesitaba al otro lado del charco. Desde el jamón ibérico y el queso, hasta los ajos de las Pedroñeras. Casi medio centenar de alimentos –aceite de oliva, arroz o conservas, entre ellos– que ha utilizado en sus restaurantes. «Hemos llegado a importar conejo para poder servir una auténtica paella valenciana en Las Vegas», ha añadido.

Sobre su contribución a difundir nuestra cocina por el mundo, ha apuntado que existen muchas formas de hacerlo. «El emoji de la paella es un gran hito de la gastronomía española», ha puesto como ejemplo de una forma muy popular de venderla. Otra, a su juicio, es teniendo escuelas de cocina muy potentes repartidas por todo el territorio capaces de atraer a alumnos llegados de todas partes del planeta.

«España tendría que tener una escuela de hostelería y turismo en cada ciudad del país». ha reiterado. Al mismo tiempo, el cocinero ha recordado cómo formarse de la mano de Ferran Adrià «se lo dio todo». «Lo compartió todo con todos cuando no tenía que hacerlo. Hay que ser generosos con los que nos han dado tanto», comentó tras reclamar para él –y para Juan Mari Arzak– una ovación que logró poner en pie al auditorio.

«Yo dejé la escuela muy pronto. Suspendí inglés, contabilidad y cocina. Pero yo quería abrir restaurantes para contar historias. La forma que yo tenía de expresarme era abrir, mal llamados, negocios en los que yo fuera protagonist», ha contado sobre sus complicados orígenes.

«Dudo que alguien haya viajado tanto por el mundo como yo. Llevo toda la vida queriendo a este país. Y cuanto más viajo, cuanto más cosas aprendo, menos sé de nada. No soy muy inteligente, soy más pasional. La única manera que tengo de aprender es viviendo», ha concluido.