Hablemos de edadismo, debate de ABC y Fundación «la Caixa»
«Las personas mayores estamos en plena metamorfosis, queremos hacer muchas cosas»
Durante la jornada se insistió en que la población mayor «tiene que creerse que tiene unos derechos y un papel importante en nuestra sociedad»
Edadismo: el error de juzgar por la edad y no por las capacidades de cada uno
Isabel Motos estudió la carrera de Historia y al casarse dejó su empleo para cuidar de sus 4 hijos. Cuando el mayor cumplió 15 años, pensó que era el momento de volver a la vida laboral y trabajó como enfermera en una clínica hasta que se jubiló. Hoy es viuda y vive sola. Tiene 73 años, pero asegura que «yo no he sido mayor hasta hace 3 meses, cuando murió mi madre. Entonces fue cuando me di cuenta del paso del tiempo». Y es que ella siempre se ha mantenido muy activa y le gusta participar de actividades sociales que la enriquezcan.
Tanto es así que decidió aceptar recientemente la invitación a subirse a un escenario y participar en 'Hablemos de edadismo y personas mayores. Hacia una sociedad más intergeneracional y diversa', jornada de ABC y Fundación la «Caixa» celebrada en Espacio Fundación «la Caixa» Murcia. Durante el encuentro se manifestó muy sincera. «Tuve mis dudas en venir porque pensé, ¿qué voy a aportar yo a este debate? Pero después me animé recordando que he sido una niña de la postguerra que ha sobrevivido a muchas cosas y sí que puedo aportar aunque hoy sea mayor, ¿por qué no?».
Lo curioso es que reconoce que nunca había oído la palabra edadismo... ¡hasta hace dos semanas!, cuando le propusieron la participación en esta jornada. «Me puse como una loca a buscar su significado. Cuando lo encontré, me dije: ¡Pero si yo estoy en esa franja de edad! ¡Pero si yo sufro las consecuencias!».
Explicó que recientemente le comentó a su hija que quería renovarse el carné de conducir, a lo que ella le contestó: «pero mamá, ¿para qué quieres ya renovártelo?». «Me dolió porque quiero seguir conduciendo. Me di cuenta de que yo también soy víctima del edadismo, de que se me discrimina, al igual que cuando voy a viajes del Imserso y me tratan como a una niña pequeña y nos cantan canciones como 'Vamos a contar mentiras', de cuando éramos pequeños o nos dan comida de mala calidad. No es justo que nos discriminen de esta manera por edad. Además, no todos los mayores somos iguales, somos un grupo muy heterogéneo y la sociedad debe verlo».
Añadió, además, que su generación hoy es muy distinta a las anteriores. «Mi madre se pasaba el día leyendo y rezando rosarios sin parar; mi abuela no salió de la mesa camilla cosiendo o haciendo calceta. Y mi bisabuela… ¿qué hizo mi bisabuela? Nada. Las personas mayores hoy vivimos más años y podemos hacer muchas cosas».
«No nos hemos preparado para esta edad»
Antonio Puig, profesor de Educación Secundaria jubilado (73 años), señaló que la sociedad ha cambiado mucho y, sin embargo, «no nos hemos preparado para llegar a esta edad, que esperamos que sea larga. Muchas personas, por ejemplo, después de haber tenido cierta relevancia profesional se jubilan y sienten que dejan de tenerla y no saben qué hacer, parece que ya no tienen un lugar en la sociedad, perciben un gran vacío porque parece que no valen. Debemos tomar conciencia nosotros mismos de que tenemos que seguir evolucionando. Estamos en una metamorfosis, nos estamos transformando porque tenemos más libertad y capacidad de seguir haciendo cosas por la sencilla razón de que queremos hacerlas. Debemos situarnos en el lugar en el que estamos. Y, sobre todo, los que están a nuestro alrededor deben comprender que tenemos una vida. No todos estamos predestinados a cuidar nietos, ir al club de la tercera edad a jugar al dominó... Hay mucho por hacer».
Como voz experta, Montse Celdrán, profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona, investigadora en Psicología, coordinadora académica del Programa de Psicología de la Universidad de la Experiencia, además de miembro del patronato de la Fundación 'Amigos de las Personas Mayores' y del Consejo Asesor Científico contra la Soledad, apuntó que es importante que cada persona se plantee con tiempo qué proyecto de vida quiere cuando llegue su edad de jubilación. «En esa metamorfosis hay que saber en qué mariposa quiere convertirse: ¿quiero reinvertarme?, ¿quiero recuperar viejos amigos?, ¿quiero estudiar temas pendientes?, ¿hacer voluntariado?... Hay que ir readaptando proyectos de vida según nuestra necesidades porque la vida es distinta a los 70 que a los 80 o 90. Debe haber flexibilidad. Y en este proceso también hay que readaptar el leguaje porque muchas personas mayores dicen 'yo no quiero molestar'. Eso hay que cambiarlo, hay que molestar un poco y saber decir que sí a cosas que nos propongan. Hay que arriesgarse».
Reconoció que todas las personas son edadistas porque todas hemos crecido con estereotipos homogéneos de lo que es hacerse mayor, y sin darnos cuenta, los activamos. «Hay que desterrar de nuestro lenguaje actitudes como 'yo no tengo edad para', 'soy mayor para'... frases que debemos cambiar por 'ya no tengo energía para', 'nunca me ha gustado'... Es decir -insiste Celdrán- no hay que poner la excusa de la edad porque al final lo que hacemos es abonar el discurso edadista. Por tanto, hay que hacer un ejercicio de autoaprendizaje y analizar qué ideas y miedos tengo yo hacia mi propio envejecimiento».
«El problema -apuntó Isabel Motos- es que no tenemos un libro de instrucciones debajo del brazo para saber qué va a ser de mi vida, como cuando nace un bebé que hay muchos manuales publicados sobre la manera de atenderle. Nosotros nos preguntamos, ¿qué hacemos ahora?».
En este sentido se manifestó también Montse Celdrán, al asegurar que hace falta un manual de envejecimiento familiar para saber, también como hijos, cómo afrontar esta etapa de nuestros padres, cómo escucharles, acompañarles y darles apoyo en activo o cuando hay dificultades en situaciones de dependencia y, sobre todo, que las personas mayores sepan cómo aceptar su proceso de vida con aceptación.
¿Dónde está la Consejería de mayores?
Antonio Puig aseguró que echa de menos en este tránsito vital que las administraciones e instituciones den respuestas a las nuevas necesidades de este sector de población. «Al igual que en las Comunidades autónomas existen Consejerías de Juventud, ¿por qué no crean una de personas mayores? Es cierto que hemos avanzado en muchos asuntos como la Ley de Dependencia, pero en otros aspectos, no. Tenemos muchas necesidades, no podemos quedarnos aislados del mundo».
Para Montse Cedrán también destacó la conveniencia de vivir en una sociedad intergeneracional, con relaciones entre personas de edades y necesidades diferentes. «Es una forma fantástica de escucharnos y lo podemos hacer desde diferentes ámbitos. Uno es el familiar. Se puede pensar «es que mi nieto tiene quince años. Perfecto. Está claro que a ese nieto no le puedo explicar el envejecimiento porque para él una persona de 30 años ya es mayor, pero puede observarlo y entenderlo a través de sus abuelos. Y posteriormente, cuando ese joven se vaya de Erasmus y le haga un croquis a su abuela para que sepa cómo hacer una vídeollamada para seguir teniendo contacto con ella... Ahí hemos ganado un defensor de los derechos de los mayores».
Durante el debate también se destacó cómo la evolución de los hogares ha afectado a la manera de percibir a las personas mayores. Hace décadas era muy habitual que los abuelos vivieran en la misma casa con hijos y nietos. «Hoy no es así, por lo que la manera en que se aprecia el envejecimiento y se valora a los mayores es diferente porque los niños ya no son testigos de ese proceso vital en sus abuelos, no tienen esa referencia de manera tan cercana. Hoy, los abuelos no viven con la unidad familiar, lo que induce a un mayor distanciamiento y desconocimiento».
Por eso, esta experta de la Universidad de Barcelona, insiste en que es muy positivo que se realicen programas intergeneracionales en los que entren en contacto escuelas, institutos y universidades con centros sociales, con residencias, o donde haya personas mayores. Y, además, se debe tener en cuenta que una de 70 años y una de 90 pertenecen a generaciones muy distintas. La de 90 le puede transmitir mucho al de 70, y a la inversa. Creo que tenemos un campo muy interesante de trabajo intergeneracional en todas las edades«.
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Para que esto suceda y se escuche más la voz de las personas mayores, Montse Celdrán afirmó que la semilla es la propia persona. «Cada uno debe ser consciente de que independientemente de la edad, tiene unos derechos, y un papel importante en la sociedad actual. ¡Hay que creerlo! Cuantas más personas se lo crean y consideren que se merecen espacios de encuentro ajustados a sus necesidades, más fuerza tomará este movimiento que va a generar más presión mediática y titulares. Pero la base -insistió- es que las personas mayores se lo crean, que crean que tienen su espacio y sus derechos para que su voz se escuche».
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