30 años del viaje de los Reyes de España que visibilizó el 'otro Madrid'

No fue fácil aquella visita. La idea la llevó a La Zarzuela y a la cabeza de los monarcas el concejal Félix López Rey, vecino de Orcasitas y fiel defensor de la causa del sur, por la que sigue peleando desde el Ayuntamiento madrileño. Cuando la corporación municipal fue a presentarse ante los Reyes, como era tradición, López-Rey aprovechó para invitar a Don Juan Carlos a conocer el sur de Madrid: «Cuando le conté lo que ocurre a un cuarto de hora de donde él vive se mostró preocupado y con muchas ganas de ayudar». En el primer intento, la cosa no pasó de ahí. Pero Félix insistió: volvió a ofrecerlo cuando se celebraron las nuevas elecciones y el rey los recibió otra vez: «Yo no le traigo regalo, le traigo un álbum con las fotografías de cómo vive una parte de la gente de esta ciudad».

Al final, el edil se llevó el gato al agua, aunque la siguiente pelea fue lograr que aquello no fuera un recorrido edulcorado sino que los reyes pisaran la realidad de los barrios marginales. «La noche antes de iniciarse el viaje, hablé con Ricardo Martín Fluxá», rememora López-Rey. «Nos íbamos a marchar del barrio, en protesta porque no nos dejaban ir a la visita, pero Fluxá me dijo que el rey quería que yo estuviera». No todas las autoridades estaban dispuestas a ello; el concejal temía que le vetaran. «Yo me encargo, respondió Fluxá».

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El encuentro de esas dos realidades fue apoteósico, especialmente el paseo de Don Juan Carlos y Doña Sofía por el poblado chabolista de La Celsa, uno de los grandes supermercados de la droga en Madrid en aquel momento. Los chiquillos tiraban con descaro al rey de la chaqueta; los políticos trastabillaban por entre el barro intentando no mancharse pero disimulando la incomodidad. Y los reyes terminaron sentados en dos sillas de enea en la chabola del tío Isidoro y el tío Aquilino, los patriarcas, degustando un café de puchero.

Treinta años después de aquello, los distritos del sur tienen unos índices más altos que el resto en población extranjera o parados, y menor renta neta por hogar. En Villaverde, un 33,5 por ciento de vecinos de otros países, un 33 por ciento en Carabanchel o un 35 en Usera, frente a la media del 24,6 por ciento en Madrid. Y sus rentas netas por hogar no llegan a los 30.000 euros, bastante por debajo de la media de la capital, de 43.000.

Hasta a la hora de votar se observan diferencias: la abstención media en la ciudad es del 26,2 por ciento, mientras que sube al 31,5 por ciento en Carabanchel, al 33,8 en Puente de Vallecas y al 34,8 en Usera.

Así lo ven también en CC.OO.: su Atlas de la desigualdad territorial, de junio de 2024, reflejaba resultados mucho mejores en los distritos de Salamanca, Chamberí, Centro, Chamartín, Moncloa-Aravaca o Fuencarral-El Pardo, que los registrados en Latina, Carabanchel, Usera, Villaverde o Villa de Vallecas.

«Aquello ayudó a poner el sur en el candelero, que la gente se diera cuenta de que había otro Madrid», destaca López-Rey. «Al entrar en un centro cultural, le entregamos al rey un estudio sobre el fracaso escolar en la zona, que habíamos hecho. Yo le pregunté: '¿Servirá para algo?'. Y el Rey me dijo. 'Aunque solo sirva para que se entere la gente de que todo el mundo no vive igual…».

Pese a que se mantengan las diferencias, muchas cosas han ido a mejor. Por ejemplo, destaca López-Rey, «el Metro ha llegado a San Fermín, San Cristóbal y Villaverde». El poblado de La Celsa «desapareció; ahora hay un Centro de Formación Profesional y en la parte más vieja, el parque de Entrevías».

Otro hito de la visita fue una montaña de basura en San Fermín. «Hasta 1964 no recogía la basura el ayuntamiento, y se acumulaba en varios puntos, y este era uno». Ahora «han crecido las amapolas y hay una estatua. Pero la depuradora sigue oliendo igual de mal».