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Paco Montalvo: «La familia de Paco de Lucía me ha apoyado desde el principio»

El violinista flamenco actúa este lunes en el Teatro Lope de Vega dentro de Summum Concert Series

La música española conquista el Carnegie Hall

El violinista Paco Montalvo abc

Nacho Serrano

Considerado por la crítica como uno de los violinistas más destacados de su generación, Paco Montalvo ha dejado una huella imborrable en el mundo de la música. Con tan solo 18 años, se convirtió en el violinista más joven en conquistar el prestigioso Carnegie Hall de Nueva York, un hito que lo catapultó a la fama internacional. Su disco de oro y sus más de 900.000 seguidores en redes sociales son un reflejo de su enorme popularidad.

Desde recibir la prestigiosa Medalla de Oro Premio a las Nobles Artes hasta llenar recintos emblemáticos como el Teatro Real de Madrid y el Liceu de Barcelona, su virtuosismo en el violín ha cautivado a audiencias de todo el mundo. Con actuaciones memorables en Sevilla, París, Milán, Londres y Nueva York, Montalvo ha demostrado ser uno de los violinistas más destacados, con capacidad de reinventar el flamenco. Un hito especialmente significativo fue su presentación en el Festival Internacional Cante de las Minas, donde el violín, gracias a su interpretación, se convirtió por primera vez en la voz principal del flamenco, demostrando así su versatilidad y su capacidad para fusionar géneros.

Interpreta su gira con un violín Nicoló Amati de 1660. Nicoló fue maestro de Stradivaruis entre otros y sus violines son auténticas joyas de valor incalculable. Paco recibió a los 14 años este violín único en el mundo como regalo anónimo. Su gira nacional pasa este lunes por el Teatro Lope de Vega (20.30h, entradas a 35 euros), dentro de Summum Concert Series.

¿Qué se va a encontrar el público madrileño en cuanto a repertorio y puesta en escena?

'Grandes clásicos 2.0' es un espectáculo que resume mi vida musical. El clásico y el flamenco siempre me han acompañado, y en este espectáculo los uno a través del violín flamenco, mi voz en el escenario. Es un concepto nuevo, personal, que disfruto plenamente acompañado por grandes músicos y amigos. En el escenario me rodea un cuadro flamenco espectacular, formado por varias coristas, guitarra flamenca, palmeros, baile, bajo y percusión. Me acompaña un cuadro flamenco espectacular.

¿Como surgió la idea de integrar el violín en el flamenco?

Mientras me formaba en el violín clásico, a veces disfrutaba tocando sobre grabaciones de Paco de Lucía. No era parte de ningún ejercicio, simplemente lo hacía por placer. Pero ahí, sin darme cuenta, germinó la semilla de lo que hoy es mi concepto del violín flamenco como voz principal. Paralelamente, desde muy joven tuve la suerte de actuar como solista en grandes teatros y auditorios de medio mundo, acompañado por orquestas sinfónicas de primer nivel e interpretando algunos de los grandes conciertos del repertorio clásico para violín: Paganini, Mozart, Tchaikovsky, entre otros. Sin embargo, algo me hizo pensar. Ver en las carteleras de esos teatros a músicos de distintas nacionalidades —americanos, asiáticos, europeos— interpretando música española fue determinante. Me pregunté: «¿Y por qué no soy yo, como músico español, quien lleva nuestra música a esos grandes escenarios?». Y fue ahí cuando me enfrenté a una realidad: no existe un gran repertorio para violín y orquesta escrito por los grandes compositores españoles. Hemos tenido figuras excepcionales como Sarasate —considerado el Paganini español—, pero ni siquiera él compuso un concierto para violín y orquesta sinfónica. Esa carencia me impulsó a emprender un camino: comenzar a adaptar al violín obras de nuestros grandes compositores como Albéniz, Tárrega o Granados. Fue en ese proceso donde surgió el siguiente paso: «¿Y si 'Sevilla', de Albéniz, pudiera sonar por bulerías?». Así nació mi compromiso con el violín flamenco, con una voz propia. Un instrumento que no se limite a acompañar dentro del flamenco como se había hecho a lo largo de la historia. Sino que cuente, cante y emocione desde un rol protagonista. Llevar esa visión a espacios tradicionalmente reservados al repertorio clásico se convirtió en mi propósito artístico.

¿Qué dificultades se encontró en ese proceso?

La primera gran dificultad fue adaptar al violín las obras de los grandes compositores clásicos españoles, originalmente escritas para otros instrumentos como el piano o la guitarra. Al mismo tiempo, trabajaba con piezas flamencas populares y con obras del maestro Paco de Lucía, como sus alegrías, La Barrosa. No se trataba solo de realizar una transcripción o adaptación técnica a mi instrumento, sino de construir un acompañamiento que potenciara la voz principal del violín, respetando la esencia de cada obra e integrando, a la vez, el nuevo lenguaje del violín flamenco como voz principal. Fue un proceso artesanal, de arreglos y adaptaciones, que me permitió ir dando forma poco a poco a lo que tenía en mente... hasta que ese sueño empezó a sonar.

¿Cómo fueron las primeras reacciones del mundo flamenco?

Desde la publicación de mi primer disco, recibí el apoyo de la familia de Paco de Lucía, a la que le tengo un cariño muy especial. También conté con el respaldo de grandes artistas flamencos y entendidos de este arte. Recuerdo que algunos me decían con sorpresa: «¿Cómo puedes hacer ese rasgueo, esas alegrías, como si el violín fuera una guitarra?».

¿Cómo describiría su Nicoló Amati de 1660? ¿Cómo llegó a sus manos?

Una obra de arte con un sonido increíble. Recibí este violín como un regalo anónimo cuando tenía 14 años, justo después de mi primera gira de conciertos en Estados Unidos.

¿Cómo fue la experiencia de tocar en el Carnegie Hall de Nueva York?

Fue cumplir un sueño. Tener la oportunidad de tocar en la sala principal de uno de los teatros más prestigiosos del mundo con solo 18 años fue una experiencia que marcó un antes y un después en mi carrera.

¿Han surgido otros violinistas flamencos después de ti? Imagino que la falta de «competencia» te convierte en un caramelo para los programadores, ¿no? ¿Has tenido muchas propuestas de trabajo estos últimos años?

Sí. Me hace mucha ilusión cuando jóvenes violinistas me envían sus videos y piden mis partituras del violín flamenco para adentrarse más en este nuevo concepto. Tengo la suerte de contar con un equipo extraordinario que me acompaña y me apoya en la organización de cada gira. La verdad es que no he parado en todos estos años, salvo el inevitable paréntesis que supuso la pandemia.

En los últimos años ha nacido el violín flamenco, el arpa flamenca… ¿qué otros instrumentos ha visto integrarse en el género últimamente? ¿Qué otros instrumentos tienen ese potencial, en su opinión?

Siempre digo que el violín ha estado presente en la historia del flamenco, aunque tradicionalmente en un papel secundario, como instrumento de acompañamiento. Me consideran pionero por haberlo llevado al primer plano, como voz principal del flamenco. Pero insisto, el violín ya formaba parte del flamenco, y mi labor ha sido desarrollar este nuevo concepto para mi instrumento. He podido ver a grandes músicos con el arpa flamenca, el fagot, o el piano. Creo que cualquier instrumento puede integrarse en el flamenco si se hace con gusto y estilo.

He visto que ha ganado un juicio hace poco por un tema de derechos de autor. ¿Qué ha pasado exactamente, y cómo ha vivido este proceso?

Un antiguo músico acompañante quiso pedir la autoría de cuatro canciones y me demandó. El juez falló a mi favor, reconociendo mi autoría y condenó en costas al demandante. Afortunadamente, el fallo judicial ha sido claro y contundente, y me siento muy agradecido por todo el apoyo que he recibido durante este tiempo de mi familia, mi equipo, y de muchas personas del mundo de la música y la cultura que me han mostrado su respaldo. Aunque el resultado ha sido justo, la verdad es que ha sido una experiencia desagradable. No se la deseo a nadie. Cuando uno pone el alma en su trabajo, verse envuelto en este tipo de conflictos es duro, incluso cuando la justicia te da la razón.

De todas las experiencias que ha vivido, ¿cuál le hizo pellizcarse más para comprobar que no estaba soñando?

Si tuviera que quedarme con una sola, elegiría el debut en el Carnegie Hall de Nueva York.

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