miseria en la carretera

La M-30 de los pobres

Los puentes de la zona este se han convertido en campamentos donde malviven varios grupos de personas

La M-30 de los pobres foto: isabel permuy / vídeo: carolína mínguez

tatiana g. rivas

La parte este de la M-30 parece ser un buen refugio para aquellos que se han visto empujados a vivir en la calle. En la mayoría de los puentes que la cruzan, desde Costa Rica hasta Vallecas , diferentes grupos de ... personas -nacionales y extranjeros- se han instalado creando verdaderos campamentos donde dormir, comer e incluso ganarse la vida. A veces acampan en isletas de difícil acceso donde es complicado que alguien les quite el hueco. Es así como los puentes de Vallecas, O’Donnell, Ventas, avenida Badajoz, avenida de América y Costa Rica cuentan con unos peculiares inquilinos.

Luis y José (nombres ficticios) comenzaron su andadura en el puente que está junto al Club de Tenis de Chamartín hace tres años. Primero se instalaron bajo la infraestructura, en las escaleras perfectamente visibles para el tráfico rodado. Llegó un momento en que apenas había hueco libre en ese espacio recubierto de centenares de enseres de estos dos españoles. Alos pocos meses, el Ayuntamiento les obligó a mudarse. Lo hicieron, con todas sus pertenencias, pero apenas a unos 20 metros.

La calle antes que trabajar

Ahora, en un pequeño jardín junto al puente, oculto entre árboles y arbustos, se encuentra el «camping» de estos «sin techo». Tienen cubiertas sus necesidades y no quieren cambiar su situación. «Estoy mejor aquí que manteniendo un piso por un trabajo que me paguen 900 euros», señala el más joven, quien no supera los 50.

Dos de las tiendas de campaña levantadas en este paraje están juntas. Comparten «cocina», zona donde acicalarse y «sala de estar». A cinco metros hay otra tienda que pertenece a un indigente rumano que eligió hace tiempo sumarse a esta comunidad. «Pero él a lo suyo y nosotros a lo nuestro». No cabe duda. Este ciudadano tiene su propia despensa, su barreño donde afeitarse y su zona para comer.

Los puentes del este de Europa

Si se recorren unos kilómetros hacia el sur de la M-30, bajo el puente de Avenida de América/A-2 , junto al Parque de las Avenidas, un grupo de ciudadanos del este de Europa de etnia gitana vive en esa isleta. Han de atravesar un jardín vallado y cruzar una incorporación a la M-30 donde los coches pasan a toda velocidad para llegar a su «vivienda» sin paredes. Se desconoce si pertenecen a la misma pandilla, pero en la pasarela de la avenida de Badajoz , en la parte más cercana al tanatorio de la M-30, habitan varios individuos más. Tanto en uno como en otro sitio han instalado sus pequeñas moradas. Junto al puente de Ventas , en el jardín que está detrás de una gasolinera, los vecinos también han visto dormir a varias personas, pero no de forma fija.

Un gorrilla con solera

Bajo el puente de Vallecas , Alfredo, de 50 años, «un buscavidas a lo bestia», como él se define, se gana la vida como gorrilla desde hace seis años. Este ingeniero perdió su trabajo y se instaló en este punto. No permite a nadie más que se ponga a indicar a los coches dónde aparcar. «Esto es mío. Si tengo un colega y quiere venirse algún día, le dejo, pero que luego no me deje tirado a mí».

Al principio también dormía en este lugar que ahora utilizan para pernoctar tres extranjeros. Pero Alfredo solo se suma «cuando me peleo con la novia», matiza entre risas. Tiene una habitación alquilada en Peña Prieta. «Esto no da para vivir, pero para ir tirando, sí: comida, tabaco, mi cervecita y la novia. Entre el REMI mío y de mi chica y lo que me saco vendiendo, vivo», confiesa. No pide nunca, pero la gente le suele dar la voluntad. « Al día me saco entre 20 y 30 euros ». Así es el inframundo y la miseria de la M-30. Así se subsiste a orillas de la carretera.

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