Mentideros de Madrid: curioso origen de la tertulia y el periodismo
En la capital, durante muchos años, existió esta forma de relacionarse y estar al corriente de cuanto pasaba
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Iniciar sesiónTodo mentidero , de Cádiz a Madrid, remite a ciudad abierta y liberal. Mande el que mande en España. El mentidero es aquel lugar que, en las ciudades, es a lo gigante lo que en los pueblos de Castilla son la tertulia a la ... vera del pilón. O la de la picota. Los mentideros, a los que la RAE define como aquel «lugar donde la gente se reúne para conversar» y aquel «grupo humano o ambiente en el que se comentan algunas parcelas de la actualidad». Y precisamente de actualidad, de coplas, de maledicencias y de demás creaciones orales siempre anduvo el español sobrado. Hay quien cita en los mentideros eso del origen de este oficio, «periodismo hablado» , lo llamaban. Algo que, andando el tiempo, en Cádiz derivaría en el «periodismo cantado» y en Madrid en las tertulias de café . Pero antes de todo eso, en la capital se contabilizaron tres mentideros, cuyo recuerdo, quizá, haya quedado en una forma de ser y en algún detalle del Ayuntamiento. Por eso mismo, el mentidero forma parte del ADN de la ciudad, y salvo Mesonero Romanos y últimamente Andrés Trapiello, poco se ha valorado su papel como necesario contrapeso que ha de poseer toda Corte que se precie.
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El principal de Madrid, en plena Mariblanca/Puerta del Sol, era el que llamaban el de San Felipe y que aprovechaba el graderío del edificio agustino que, en cuesta, ganaba ese cierto desmonte que queda en los primeros números de la calle Mayor. Quien quiera encontrar hoy algo que recuerde que por ahí se 'rajaba' del todo Madrid apenas encontrará una placa oculta tras unos andamios —cómo no— y ni siquiera en el lugar exacto. No se trata de que haya una placa en cada esquina, pero tampoco que en la fachada del edificio de la franquicia del pollo frito sea imposible leer «En este lugar estuvo desde 1547 EL MONASTERIO DE SAN FELIPE, célebre por sus gradas o mentidero DE DONDE SALÍAN LAS NUEVAS ANTES QUE LOS SUCESOS».
No obstante, algo queda de ese mercadeo de ideas, de discusión, pues es la Puerta del Sol el 'manifestódromo' predilecto para todo aquel que quiera atacar al castellano viejo, las costumbres, o reclamar al sursumcorda por la deforestación del Amazonas. Así nos lo recuerda Arturo Pérez Reverte en el primer libro de la exitosa saga del Capitán Alatriste : «San Felipe era el sitio más animado, bullicioso y popular de Madrid; su proximidad al edificio de la Estafeta de los correos reales, donde se recibían las cartas y noticias del resto de España y de todo el mundo, así como la circunstancia de dominar la vía principal de la ciudad, lo convertían en vasta tertulia pública donde se cruzaban opiniones y chismes, fanfarroneaban los soldados, chismorreaban los clérigos, se afanaban los ladrones de bolsas y lucían su ingenio los poetas. Lope, Don Francisco de Quevedo y el mejicano Alarcón, entre otros, frecuentaban el mentidero. Cualquier noticia, rumor, embuste allí lanzado, rodaba como una bola hasta multiplicarse por mil, y nada escapaba a las lenguas que de todo conocían, vistiendo de limpio desde el Rey al último villano».
No sólo eso, el poco personal que 'marujeaba' por las gradas de San Felipe tuvo tiempo, arrestos y la curiosidad suficiente para ir a ver al cadáver del Conde de Villamediana en la noche de un 21 de agosto de 1622. Un cuadro que se custodia en el Prado, 'Muerte del Conde de Villamediana', da muestra de que el sano pueblo madrileño siempre ha tenido querencia por ir a oler la Historia. Más allá, con Mendizábal y su desamortización el convento —y su estructura urbana— entró en quiebra hasta que se derruyó bien avanzada la primera mitad del siglo XIX.
Otro mentidero lleva hasta el cogollo del Barrio de las Letras, el llamado mentidero de representantes , esquina entre la calle del León y la casa de Miguel de Cervantes. Por aquí pasaba toda la gallofa del teatro, que desde bien antiguo tuvo aquí su punto de reunión para comentar estrenos, mover representaciones, poner a caer de un burro a la competencia y, en suma, ir favoreciendo ese entrecruce en la gente de la escena, siempre necesitada de eco y de un lugar donde encontrarse. Y también, la muerte tuvo su presencia en esta zona, pues bien sabido que en la cercanía del mentidero tuvo lugar el asesinato del hermano de Calderón de la Barca , que conmocionó, claro, al mundo de las letras.
Y es que Madrid, antes de las gacetillas y los cafetines, era una teoría de mentideros. Mentidero hubo también enfrente del antiguo Alcázar, el antiguo mentidero de Las Losas de Palacio , donde la Corte y los funcionarios más o menos cercanos al Rey daban cuenta de amoríos, empresas reales, conjuraciones y demás. Lo malo, es que ya no queda ni Alcázar ni mentidero, pero sí, cerca, toda una galería de reyes de España que dialogan con las palomas.
Quizá por el sano clima de Madrid, por el natural hablador del madrileño, existió esa forma de estar y estarse en el mundo que eran los mentideros.
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