Ignacio Aguado, de cien a cero en ocho días
El miércoles 10 era vicepresidente de la Comunidad; ayer, día 18, cerró el día y ya no era ni candidato para el 4-M
Sara Medialdea
«En política lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno». Lo dijo Konrad Adenauer , y su frase refleja hasta qué punto es volátil una actividad en la que esfuerzo y recompensa no siempre van a la par. ... Y en la que todo puede darse la vuelta y ponerse boca abajo de la noche a la mañana. Que se lo digan a Ignacio Aguado, exvicepresidente regional madrileño hace apenas ocho días, y hoy ni siquiera candidato de su partido para Madrid.
Aguado se echó a un lado atendiendo a los principios de la física: las fuerzas de tensión y las de fricción no dejaron de actuar, hasta conseguir doblegarle. Sectores de su partido llevaban días maniobrando con este fin . Él captó el mensaje y lo asimiló, aunque tardó un tiempo: las posibilidades de su formación política de cara al 4-M bajaban con él, y podían mejorar con otros candidatos.
La historia de Aguado la escribió él mismo cuando, en el año 2013, se afilió a un partido, Ciudadanos, cuyos integrantes en Madrid cabían holgadamente en un ascensor. En 2014 ya era el portavoz en la región. Y en 2015, candidato a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, a la que llegó tras las elecciones con 383.874 votos y 17 diputados.
Relación amor-odio
Comenzó entonces su relación de amor-odio con el PP, con quien colaboraba en ocasiones -permitió con su apoyo la aprobación de varios presupuestos regionales negociados con Cristina Cifuentes - y a quienes se oponía abiertamente en otras -para desesperación de la entonces presidenta-.
En 2019, sus resultados electorales mejoraron sensiblemente: logró 625.039 apoyos y 26 diputados. Y dio un paso más, al firmar un pacto de gobernabilidad con el PP y entrar a formar parte del Ejecutivo autonómico. Ciudadanos entraba en la plaza más potente de la política española: Madrid .
Han pasado dos años casi de cohabitación muy complicada: «Es cierto, como socios somos muy correosos », reconocía un diputado regional con galones. Pero entre golpes bajos mutuos, la legislatura iba transcurriendo sin que, al menos en apariencia, el líder se dejara llevar por los cantos de sirena de la izquierda, siempre latente y siempre en el aire esa amenaza de la moción de censura.
Al final, la baraja se rompió. Cuando menos lo esperaban, aunque resulta de una ingenuidad difícil de asimilar que en la formación naranja pretendieran salir indemnes de lo de Murcia en el resto de los territorios. En una semana, Aguado ha pasado de ser el número dos del Gobierno de la Comunidad de Madrid a estar fuera incluso del futuro inmediato de la región. Él mismo se encargó de presentar a quien le sustituirá como número uno de la lista de Cs a la Presidencia regional, Edmundo Bal .
Aunque quiso, no pudo. Sus formas y su manera de hacer política no se entendieron y ni los suyos confían, a la vista de los hechos, en que puedan darles réditos. Ahora, Aguado mantiene su puesto en la Ejecutiva nacional del partido, a la espera de mejores tiempos políticos. Como dijo Giulio Andreotti , «no desgasta el poder; lo que desgasta es no tenerlo».
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