Despega la música en los templos del ritmo: «Sobrevivir ha sido un milagro»

El Sol, Café La Palma, El Sótano y otros locales de música en directo hablan de su situación antes de reabrir tras un año de parón, con el ciclo Vibra Madrid

Germán Hughes, propietario del Café La Palma JOSÉ RAMÓN LADRA

Nacho Serrano

Ha sido el peor año en los cuarenta y uno de vida de la mítica El Sol , y también el de los que llevan existiendo el Café La Palma , El Sótano , y tantas otras salas que se han visto ... abocadas al cierre desde el inicio de la pandemia. Pero la primavera madrileña va a verlas florecer de nuevo esta Semana Santa, con una gran avanzadilla de reaperturas que se une al grupo de resistentes como La Riviera o Siroco , que han mantenido una considerable actividad estos meses. Juntas, formarán la programación de 'Vibra Madrid' , un ciclo creado por Vibra Mahou que tiene como objetivo la reactivación del directo en estos espacios emblemáticos e impulsar encuentros en torno a la música en vivo. Del 1 al 4 de abril , quince salas convertirán la capital en un punto de referencia para los amantes de la música con bandas y artistas como Dear Leo, Siloé, Los Nastys, Biznaga, Playa Cuberris o Merino , que protagonizan un cartel de treinta conciertos que se desarrollarán con todas las medidas de seguridad bajo la premisa de 'Cultura Segura', y que suponen el mayor ciclo que involucra a las salas desde el inicio de la pandemia. Así, La Riviera, El Sol, Siroco, Tempo, El Sótano, Vesta, Hangar 48, Café La Palma, Café Central, Sala Maravillas, Fulanita de Tal, Contraclub o El Rincón del Arte Nuevo volverán a vibrar al ritmo del directo de treinta y un artistas nacionales.

Sala El Sol ABC

«En la mejor tradición de taberna, las sensaciones que tenemos ante la reapertura son un cocktail en el que se mezclan muchos sentimientos», dice Germán Hughes, propietario del Café La Palma . «Ilusión, por encontrar nuevamente a clientes y amigos; responsabilidad, para hacer que nuestra casa sea segura para todos los que la visiten; ansiedad, pues las variantes bajo las que podemos abrir y lo que nos gustaría poder hacer, están muy lejos entre sí; y alegría, de ver cómo en otros países la vacunación va surtiendo su efecto, pues tarde o temprano también nos llegará a nosotros».

El último año ha sido «sin duda el momento mas crítico en nuestros veinticinco años de historia, y mira que hemos pasado por cosas», dice Hughes. «Por eso, superarlo ha significado muchísimo, y no sólo desde el punto de vista empresarial, sino desde una perspectiva del patrimonio cultural de la ciudad . Las salas de conciertos desarrollan una función muchas veces olvidada por la Administración, que es la de apoyar a los artistas emergentes y proyectos underground en sus primeros estadios, y sin la supervivencia de estos espacios el vacío sería insalvable».

La Riviera en una imagen de archivo

Durante los dos primeros meses de la pandemia, la gente de la oficina del Café siguió trabajando para afrontar cancelaciones y reubicaciones, «pero desde entonces, gracias a los mecanismos establecidos por el Estado, todos los trabajadores asalariados por cuenta ajena de la sala han estado cubiertos por los Ertes », explica Hughes, que no obstante tiene quejas claras hacia las instituciones: «Las palabras siempre han sido buenas, pero los hechos no están nunca a la altura. Es muy desalentador que más de un año después del inicio de la pandemia aún no hayan llegado las ayudas europeas, y que ahora, nuestros políticos autonómicos estén centrados en sus batallas de poder y el número de votos, más que en la aprobación de presupuestos y distribución de ayudas».

Ahora en La Palma cuentan con un sistema de extracción que renueva todo el aire interior en cuatro minutos, «así que en nuestro caso, estar dentro es lo más parecido a estar en el exterior que puedas imaginar», asegura Hughes. «Estamos limitados a actividades para solo cincuenta personas. Una asistencia con la que es muy difícil cubrir todos los costes que conlleva un concierto: cachés, técnicos, personal de sala y de oficina, gastos de promoción, impuestos y gastos imputables como alquiler, luz, etc, pero estamos duplicando pases y explorando todo tipo de opciones, para conseguir hacer sostenible la actividad. En estos momentos, patrocinios como el de Vibra Mahou nos dan seguridad».

Desde la sala El Sol, su copropietario David Novaes asegura que se sienten «congratulados por haber mantenido, en este año forzado de cierre, el proyecto de El Sol y su estructura intactos y listos para poder despegar de nuevo». Para una sala veterana como esta, que cuando llegó la pandemia estaba terminando de cumplir el año de su 40 aniversario, «el vivir este momento histórico tan especialmente duro para todos, nos obliga como al resto a tener que revisar todos los parámetros de trabajo y funcionamiento», dice Novaes. «En este momento estamos abriendo con un aforo en poco más del 25%, y en cuanto a las medidas anti-Covid ya habituales y previstas para los locales, estamos preparados para cuidar también la ventilación manteniendo todas las extracciones encendidas de continuo. Por las características de la sala y edificio, en este momento podremos ayudar a que el aire pueda circular dentro del local lo máximo posible». En El Sol ven el futuro con optimismo, pero sus trabajadores han estado en el ERTE y con esta re-apertura «estamos muy lejos todavía de poder hacer si quiera comparaciones con la que podríamos llamar «antigua» normalidad, pues entre la limitación del aforo y sobre todo de los horarios de la noche, que es de la que dependen en gran medida nuestros espacios, este paso que damos se centra en el apoyo a nuestras plantillas y en poder albergar un crecimiento».

Gaskón Torrego, propietario de El Sótano , también asegura que su local reabre «con toda la seguridad necesaria» después de la tormenta coronavírica. «Es un milagro que hayamos sobrevivido, nos hemos hecho amigos de la piedra de tanto tropezar, y sin perder el ánimo hemos conseguido llegar hasta aquí. Pensamos que son momentos muy difíciles, pero que precisamente es ahora cuando hay que tener la cabeza alta y recordar al mundo que la escena musical sigue más viva que nunca. Hemos decidido dar el paso ahora y no antes ni mas adelante porque sentimos que la escena musical necesita de forma urgente espacios como el nuestro para poder desarrollar el valor cultural de la música».

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