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El SOS de la música en vivo: «Muchas salas de Madrid llevan un año cerradas, estamos con el agua al cuello»

El Ayuntamiento de Madrid reúne hoy al sector para impulsar un «corredor cultural» con el que reflotar la industria

Los encargados de la Sala Siroco, ayer, ultiman los preparativos antes de abrir el local JOSÉ RAMÓN LADRA
Marta R. Domingo

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La Sala Siroco (calle de San Dimas, 5) comenzó 2020 con la gran celebración de su treinta aniversario y lo terminó en silencio. Hace apenas cuatro semanas que Toño Villar y sus dos socios se atrevieron a subir la persiana tras meses de vacío. Y no será hasta, por lo menos, después de Semana Santa cuando se atrevan a encender las luces de la Sala El Sol (calle Jardines, 3), otro gran emblema de la música en vivo de Madrid. «Es una sensación agridulce. Muchas salas llevamos un año cerradas y estamos con el agua hasta el cuello, pero solo el hecho de ponerse en marcha es una sensación maravillosa», expresa a ABC Villar, uno de los tres encargados del mítico local de Malasaña que lucha por sobrevivir a la crisis más dura de su historia.

Con el objetivo de que como la sala Siroco, poco a poco, la industria musical vuelva a latir, el Ayuntamiento reunirá hoy a una quincena de representantes del sector para aunar propuestas, unificar criterios y dar un marco común con el que impulsar un «corredor cultural» que permita reflotar los festivales y las noches de música en directo en la capital cuanto antes. A la convocatoria asistirán promotores de música en directo, como Live Nation Madrid ; la asociación de La Noche en Vivo de Madrid , que agrupa a las salas de música de la capital; festivales como el Primavera Sound , que justo ayer anunció que aplaza su regreso hasta 2022; y representantes de recintos como Ifema o el Wizink Center . A la cita telemática acudirán miembros de entidades que trabajan en la región y también del resto de España. Según explicaron a ABC desde el Área de Cultura del Consistorio, para que Madrid «lleve la iniciativa y sea referente hay que escuchar otras voces cualificadas».

«En esta mesa se unirán por primera vez los eslabones más destacados de esta cara del negocio de la música en directo del sector privado y público, para dar a conocer de primera mano cuáles son sus incertidumbres presentes y futuras y qué podemos hacer los organismos públicos para resolver sus dudas, colaborar equilibradamente en el desarrollo de sus actividades y escenificar la fluidez en la comunicación entre los organismos públicos y las empresas especialistas del sector», indican desde el Área de Andrea Levy.

Los dos grandes retos que se abordarán son aforos y medidas de control sanitario, para que el público pueda aumentar sin escatimar en medidas de seguridad, tanto en salas de conciertos como otro tipo de recintos. En la Siroco, en tiempos pre-Covid cabían unas 200 personas. En los eventos de pequeño formato realizados en estas semanas se ha limitado a 38.

«Nos hemos salido del ERTE los tres encargados para hacerlo todo: desde programar y dirigir la sala, hasta poner las copas y limpiar los baños. Antes éramos 20 personas, entre comunicación y administración», relata Villar, que reconoce que su público se sorprende cuando ve que ahora se sirven albóndigas en las mesas durante los conciertos en un local en el que la gente bailaba pegada hasta hace un año. «El último evento lo hicimos el 11 de marzo , y ya organizamos dos pases por dividir a la gente. Queríamos arrancar ahora para demostrar que la cultura es segura y tener ya un recorrido para cuando vayan mejorando las cosas y las normas sean más permisivas», indica Villar, que reivindica que no ha habido brotes en ningún evento cultural desde que empezó la pandemia. Además de gel hidroalcohólico, el control de temperatura en la entrada y llevar la mascarilla salvo para cuando se consume, en Siroco toman los datos de contacto de todos los asistentes a los conciertos, para poder hacer un seguimiento rápido si se diera un brote.

El cierre de La Fídula

A su juicio, las salas necesitan «un rescate absoluto, más allá de las ayudas puntuales» , porque «la situación es terrible para la mayoría». Locales como La Fídula (en la calle de Huertas, 57) no han resistido el azote del Covid. Para muchos, superar este año ha sido «una agónica carrera de supervivencia» , tal y como lo define la portavoz de la asociación Alerta Roja , Ana Alonso, que participa hoy en la mesa cultural del Ayuntamiento.

«Las empresas están descapitalizándose mes a mes, tenemos alquileres, obligaciones tributarias y, como mucho, unos ingresos del 20-25%. Pero hay gente que no factura un solo euro y solo genera deudas. Hay muchos compañeros de sonido que han tenido que ir incluso a las colas del hambre», relata Alonso, cuya agrupación elaboró hace ya seis meses una guía que sirviese de referencia para las administraciones. En ella apuestan por s ectorizar los espacios , hacer entradas y salidas escalonadas del público y recoger los datos de los asistentes para controlar los posibles brotes, entre otras propuestas. Más allá de buenas palabras, quieren hechos en un sector que ya acumula 1.000 millones de pérdidas en toda España .

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