Una ópera para 'la virgen roja' y su madre asesina

Durán se explica. Llegó a encontrar coreógrafo «pero no tenía compañía, y por tanto no había bailarines», así que había pocas opciones de pasar de las musas al teatro. De hecho, en sus orígenes 'Hildegart' había nacido como ópera en formato de cámara, «y llegué a tener un acto escrito», pero las «desavenencias» con el libretista de entonces le hicieron prescindir del texto y trasladar la acción y su acompañamiento musical al ballet.

Las ideas originales son, en ocasiones, las que acaban llegando a buen puerto. Algo así sucedió en este caso, cuando el poeta madrileño Javier Mateo Hidalgo se cruzó con Durán. «Lo conocí porque apreciaba mi música y le hice un par de canciones a partir de textos suyos y entablamos relación», cuenta el compositor en conversación con ABC. A partir de ahí, «tuvo la flexibilidad para adaptarse a lo que yo quería hacer con la historia de Hildegart, porque yo tenía una idea clara de la acción dramática, pero necesitaba el aliento poético de un escritor».

Desde cero, Hidalgo va dándole forma a la relación entre 'la madre de Frankenstein' –como la llamó Almudena Grandes en uno de sus libros más recordados– y la hija a la que quiso convertir en un ser perfecto, de luz y conocimiento, fruto de sus pensamientos y convicciones eugenésicas, que no necesitara a los hombres para satisfacer las pulsiones más humanas, pero –eso sí– sumisa a sus órdenes y mandatos de creadora.

Las fuentes literarias «son la investigación de Carmen Domingo» y publicaciones de la época, que reproducen el mediático juicio que condenó a Aurora a veinte años de reclusión, primero en una cárcel de mujeres y al poco tiempo en un manicomio en Ciempozuelos, donde se desarrolla el epílogo de la historia. La historia de las Carballeira volvió a estar de plena actualidad hace apenas un año, con la película de Paula Ortiz 'La virgen roja', que llegó a estar nominada en la última edición de los Premios Goya. Antes ya había sido llevada al cine por Fernando Fernán Gómez en 'Mi hija Hildegart' (1977), con guión de Rafael Azcona y Amparo Soler Leal encarnando a la terrible madre.

La trama gira alrededor de madre (mezzo) e hija (soprano), que durante los setenta minutos que dura la obra van evolucionando desde una relación de sumisión hasta el enfrentamiento final entre ambas, que acaba con el terrible filicidio a tiros. El elenco se completa con el fiscal (barítono) y un psicólogo (tenor), que rompen la cuarta pared y narran al espectador aspectos clave de la acción, al tiempo que interactúan en escena, reproduciendo el gran debate que el crimen suscitó en su época: ¿un asesinato a sangre fría o un acto de locura de una demente?

Durán no reniega de sus influencias, porque la estructura de 'Hildegart' encuentra semejanzas «en 'El Rapto de Lucrecia' de Benjamin Britten, donde tenor y soprano funcionan como narradores de la historia, pero aquí además actúan». También en la orquestación, que solo contempla «quinteto de cuerda, quinteto de viento, percusionista y cantantes», y donde Britten usaba arpa «yo introduzco el piano». Un formato de cámara que el compositor gallego ya empleó en 'O Arame', otro trabajo suyo al que la pandemia y la crisis financiera posterior frustró su estreno en la prestigiosa New York City Opera.

El compositor escribió la última nota «a finales del año pasado», y la fortuna quiso que la directora de orquesta Lucía Marín, «hacia la que no tengo más que gratitud y que está enamorada de mi música», se entusiasmase con 'Hildegart' tan pronto supo de su existencia. Será la que dirija el estreno de la obra en el Little Opera Festival de Zamora, para el que se contará con un elenco de reconocidos cantantes españoles formado por Sandra Fernández, Javier Franco, Sonia de Munck y César Arrieta. «El equipo es fantástico, el director de escena –Alberto Trijueque– trabaja habitualmente con el Real», explica, «apostaron mucho por la obra, y es prácticamente como la guinda del festival».

«Estoy muy ilusionado», reconoce Durán, que no se plantea en el futuro asomarse a la composición de una ópera en gran formato. «¿Para qué?», se pregunta, «¿para meterla en un cajón y que no vea nunca la luz?». Pone como ejemplo la reconstrucción de la partitura de 'Inés e Bianca', del compositor gallego Marcial del Adalid hace ahora veinte años, «y ahí sigue esperando el estreno». «Hay que apostar por un formato que sea posible y que luego uno pueda controlar», admite. Nadie se acuerda de las óperas que nunca llegaron a representarse.