Mujeres esclavizadas sexualmente en Ferrol relatan su infierno: 24 horas disponibles y obligación de drogarse

Las engatusaron con promesas que nunca se cumplieron: «Me lo pintaron todo muy bonito», explicó sobre su llegada a España una de las mujeres que declararon en la vista como testigo protegida. Ella, igual que sus compañeras, paraguayas y colombianas, tenían problemas económicos en sus países de origen y habían decidido emigrar «para buscar un futuro mejor», recordaba esta víctima.

Los relatos de estas mujeres se parecen en lo esencial. Una vez en Galicia, miembros de esta trama de explotación sexual contactaron con ellas. «Me dieron buenas referencias del trabajo y me dijeron que iba a ganar bien», explicó una de estas jóvenes.

No intuyeron el infierno en que iba a convertirse su vida. Pronto se dieron cuenta de que nada era como les habían prometido: las condiciones que habían apalabrado resultaron «falsas», explicaron las mujeres al tribunal. Cada una de estas víctimas fue dando detalles de cómo estos individuos los explotaban: tenían que trabajar «24 horas, los siete días de la semana». Y lo hacían siempre bajo amenazas: «Nos decían que nos iban a echar a la calle, que nos iba a coger la policía, y que nuestra familia corría peligro», explicó al tribunal una de estas víctimas, según recogió Europa Press.

Obligadas a ofrecer servicios sexuales de sol a sol, pero además sin poder seleccionar o rechazar a su clientela: «No podíamos elegir», relataron estas mujeres, que además tenían prohibido salir «libremente» de los pisos de Ferrol y Narón en los que eran explotadas. Pero no sólo eso. A la esclavización sexual se le añadía la obligación de vender droga a sus clientes. Además, los investigados, siempre según el relato de las víctimas, las obligaban también a ellas a drogarse.

Son cuatro los integrantes –uno de origen venezolano y otros tres paraguayos– de esta red que se sienta en el banquillo para enfrentarse a penas que en conjunto superan los cien años de prisión por delitos de inmigración ilegal, contra la salud pública y trata de seres humanos, entre otros. Contactaban con jóvenes vulnerables de Paraguay, sabiendo algunas de las mujeres que era para prostituirse, y otras no, pero en todo caso nunca bajo el régimen de esclavitud al que las sometían. Hay al menos nueve víctimas.