Descartan que el profesor pederasta fugado esté escondido en Orense
El caso lo lleva el Grupo de Desaparecidos de Madrid, que no dio aviso a la Policía Nacional de la provincia porque no hay indicios de que siga cerca de su lugar de residencia
La Interpol busca a otro profesor gallego fugado tras una condena de 32 años por abusar de seis niños
Galicia
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Iniciar sesiónEl Grupo de Desaparecidos trabaja con la hipótesis de que el profesor de Orense fugado tras conocer la condena de 13 años por agredir sexualmente a una de sus alumnas no está en su provincia de residencia. Según fuentes del cuerpo indicaron a ABC, l ... a Policía Nacional no ha sido movilizada porque no hay indicios de que, mes y medio después de que se decretase su ingreso en prisión, siga cerca. Lo normal, indican, es que Martiño Ramos haya puesto tierra de por medio después de que su imagen circulasen por todos los medios de comunicación, tras el fallo de la Audiencia provincial, a lo que se añade que se trata de un personaje muy conocido en la ciudad. Miembro destacado del activismo político de la urbe, militó en En Común y En Marea y se dejaba ver en cuanto acto feminista se convocaba, siempre en las primeras filas a favor de los derechos de las mujeres.
Además de la sentencia a 13 años, el Alto Tribunal lo inhabilitó durante 21 años y medio para el ejercicio de cualquier profesión que conlleve contacto con menores y le prohibió acercarse a la víctima durante 20 años. Unas medidas que con él desaparecido, quedan en el aire. Sin pistas sobre su actual paradero, los agentes insisten en hacer pública su imagen y el vehículo en el que se pudo fugar. También destacan que Martiño Ramos se caracteriza por su acento gallego marcado. Físicamente, presenta cabello canoso, largo y recogido, aunque las autoridades no descartan que haya modificado su apariencia desde su fuga. Además, conduce un Citroën Picasso verde oscuro.
Su única víctima conocida lo denunció tras cuatro años de calvario, de los 12 a los 16 años, en los que el profesor de Música la sometió a todo tipo de agresiones y vejaciones, llegando a decirle que «le gustaba pegarle». Ante el tribunal, la menor explicó que primero se puso en contacto con ella a través de una conocida red social y que empezó a pedirle contenido erótico sin descubrirle su identidad. Una día, cuando ya tenía en su poder imágenes y vídeos íntimos de la niña, fue al aula de música y le reveló que él era la persona con la que chateaba. Ella, indicaron las dos sentencias condenatorias, quedó «en estado de shock». A partir de ahí empezaron las agresiones sexuales, siempre trufadas de prácticas sadomasoquistas que consistían en darle puñetazos en el pecho, bofetadas y azotes.
Para no ser descubierto, el docente, treinta años mayor que la víctima, le daba claras instrucciones de dónde iba a aparcar su coche y de que dejaría una puerta abierta para que ella se escondiera en el maletero. Su último encuentro, antes de que la niña se quebrase, acabó con ella abandonada herida y sola en un monte cerca de una capilla. El acusado siempre negó los hechos y adujo que sus horarios no cuadraban, que los baños donde ella decía que la había agredido tenían unos ventanales muy grandes y que no sabía dónde vivía. Las autoridades lo siguen buscando.
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