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CRÓNICA

«La explosión me levantó medio metro en el aire»

Paramos despierta de la pesadilla convertida en una postal de guerra con una veintena de casas totalmente destruidas e incalculables daños

Ruinas en la parroquia de Paramos (Tui), tras la explosión del polvorin ilegal MIGUEL MUÑIZ

PATRICIA ABET

Las casas aún humeantes, el olor a quemado y un silencio sepulcran resumen el despertar en la zona cero de la explosión de Tui . Según las últimas estimaciones de la Policía Local, el número de viviendas que han quedado totalmente arrasadas rondan la veintena y son más de medio millar las que sufren daños importantes. Sus dueños está ahora pendientes de unos seguros que le devuelvan algo de lo que hasta las 4 de la tarde de este miércoles eran sus hogares. En los más próximos al polvorín ilegal que desencadenó la tragedia en la pequeña aldea de Paramos, el fuego lo ha arrasado todo. Las secuelas de la explosión también se dejan notar en ventanas, garajes y cocinas, donde la deflagración detuvo el tiempo.

Emoción entre los vecinos que recuerdan los instantes posteriores a la explosión MIGUEL MUÑIZ

En el bar del pueblo, los vecinos se juntan de nuevo para comentar una noche en la que nadie ha logrado conciliar el sueño. Su dueño, apodado «Rodas», revive una y otra vez el momento del accidente. «Había gente dentro tomando el café, se estaban jugando varias partidas, mis nietos estaban arriba y yo salí a fumar. La onda expansiva me levantó medio metro en el aire» comenta a ABC con las heridas en manos y brazos aún visibles. A su lado, muchos habitantes de esta parroquia que describen el momento de la explosión como «un terremoto» en el que el suelo vibró.

Uno de ellos explica que nada más producirse la deflagración salieron corriendo hacia el punto de la tragedia y vieron a la mujer fallecida, de origen magrebí y vecina desde hacía años, envuelta en llamas . Pero nadie pudo hacer nada por ella. Su marido, explican, estaba desaparecido aunque no había constancia de que se encontrase en Paramos cuando se produjo la explosión. Las esperanzas se desvanecieron cuando su cadáver fue localizado por los equipos de búsqueda esta mañana.

El parte de heridos revela que una docena de personas de los 37 heridos contabilizados siguen ingresados. Tres de ellos son niños, pero su vida no corre peligro. La mayoría sufren contusiones, traumatismo y quemaduras. La conmoción y el susto son heridas que no se curan en hospitales, y esa tardará en cicatrizar entre los vecinos de Paramos.

En el epicentro del accidente, todavía acordonado, trabajan los perros de rastreo y se están iniciando las labores de desescombro. Los helicópteros siguen sobrevolando la zona para atajar por focos de fuegos que avivados por el calor se siguen reactivando un día después. Mientras, los vecinos luchan por salir de la conmoción. «Es como la guerra», repiten.

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